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Diez palabras que las personas mentirosas siempre usan, según la psicología
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Diez palabras que las personas mentirosas siempre usan, según la psicología

Su uso debe considerarse como parte de un conjunto más amplio de señales para evaluar la credibilidad en la comunicación

Foto: Una persona disfrazada de Pinocchio. (Pexels/ John Tekeridis)
Una persona disfrazada de Pinocchio. (Pexels/ John Tekeridis)

A lo largo de las últimas décadas, la psicología y la lingüística forense han mostrado interés en descubrir patrones en el habla de quienes ocultan la verdad. Aunque no existe una fórmula mágica que delate a un mentiroso, diversos estudios científicos han observado que, en situaciones de engaño, ciertas palabras y expresiones parecen aparecer con más frecuencia. Si bien estos indicadores pueden resultar útiles, deben interpretarse junto a otros elementos del comportamiento comunicativo.

Estudios han señalado que, a menudo, las personas que ocultan la verdad tienden a evitar el uso excesivo de pronombres en primera persona (“yo”, “mi”, “nosotros”), pues pueden generar una identificación directa con la acción o emoción que se quiere ocultar. En lugar de ello, recurren a estructuras impersonales o a terceros para distanciarse emocionalmente de la situación. Por ejemplo, en vez de decir “yo cometí el error”, pueden optar por “se cometió un error” o “alguien cometió un error”.

placeholder Las palabras que usan las personas que mienten. (Pexels/Ivan Samkov)
Las palabras que usan las personas que mienten. (Pexels/Ivan Samkov)

Otra línea de investigación se centra en la tendencia a utilizar palabras y expresiones que minimizan detalles específicos. Palabras como “algo”, “cosa” o incluso expresiones como “más o menos” permiten construir relatos ambiguos que evitan comprometerse con detalles que podrían ser comprobados. Este uso deliberado de ambigüedad facilita la adaptación de la historia ante posibles cuestionamientos, ya que el relato puede modificarse sin contradecirse de manera flagrante.

El “hedging” consiste en atenuar afirmaciones mediante el uso de expresiones que denotan probabilidad o duda, tales como “creo”, “pienso”, “al parecer” o “según parece”. Los investigadores han observado que, en contextos donde se percibe una presión por la veracidad, las personas que mienten pueden recurrir a estos modificadores para suavizar la afirmación y, en cierta forma, abrir la puerta a interpretaciones alternativas que les permitan evadir una comprobación directa.

placeholder La carga emocional no suele ser típica en las mentiras. (istock)
La carga emocional no suele ser típica en las mentiras. (istock)

La sinceridad en el relato muchas veces se acompaña de detalles emotivos y anécdotas personales. Sin embargo, algunos estudios han indicado que los mentirosos tienden a limitar la carga emocional en su discurso para evitar contradicciones. Esto se traduce en relatos desprovistos de anécdotas personales significativas o en el uso de expresiones genéricas que omiten matices emocionales, haciendo que el relato resulte “plano” o excesivamente estructurado.

En ocasiones, la necesidad de convencer lleva a que se brinden explicaciones que, si bien suenan detalladas, carecen de profundidad real o evidencias específicas. La tendencia a responder de forma circunloquista—dando rodeos o explicaciones que se desvían del punto central—es otro mecanismo observado en personas que intentan ocultar la verdad. Diversos estudios de psicología forense y lingüística han abordado estas estrategias lingüísticas. Por ejemplo, el estudio de DePaulo y colaboradores encontró que, en contextos de engaño, la utilización de estructuras impersonales y la evitación de referencias personales pueden ser indicativos de una discrepancia entre la narrativa y la verdad.

A lo largo de las últimas décadas, la psicología y la lingüística forense han mostrado interés en descubrir patrones en el habla de quienes ocultan la verdad. Aunque no existe una fórmula mágica que delate a un mentiroso, diversos estudios científicos han observado que, en situaciones de engaño, ciertas palabras y expresiones parecen aparecer con más frecuencia. Si bien estos indicadores pueden resultar útiles, deben interpretarse junto a otros elementos del comportamiento comunicativo.

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