El olfato y la memoria están relacionados: estas son las pistas con las que se puede detectar el Alzheimer, según la Universidad de Chicago
La pérdida rápida del olfato podría convertirse en una herramienta clave para detectar cambios estructurales en el cerebro
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La detección temprana del Alzheimer se ha convertido en uno de los grandes retos de la medicina, dada la falta de una cura definitiva para esta devastadora enfermedad. En este contexto, un reciente estudio realizado por investigadores de la Universidad de Chicago ha puesto sobre la mesa una herramienta inesperada pero prometedora: el sentido del olfato.
La estrecha relación entre el olfato y la memoria no es un hallazgo nuevo. Desde hace décadas se ha reconocido que ciertos olores pueden evocar recuerdos y emociones intensos. Sin embargo, el estudio de la Universidad de Chicago profundiza en este vínculo desde una perspectiva anatómica y funcional. El bulbo olfativo, encargado de procesar los olores, envía señales directamente a áreas del sistema límbico, regiones clave en la gestión de las emociones y la memoria. Como explica Venkatesh Murthy, jefe del Departamento de Biología Celular y Molecular de Harvard, “las señales olfativas llegan muy rápidamente al sistema límbico”, lo que subraya el potencial del olfato como indicador precoz de cambios cerebrales.
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El estudio, que contó con la participación de 515 adultos de edad avanzada inscritos en el Proyecto Memoria y Envejecimiento de la Universidad Rush, examinó anualmente las capacidades cognitivas y la habilidad para identificar olores. Los resultados fueron reveladores: una rápida pérdida de capacidad olfativa, detectada antes de que se manifestaran problemas cognitivos, pudo predecir la aparición de síntomas característicos del Alzheimer. Entre estos síntomas se incluían una disminución en el volumen de materia gris en las áreas vinculadas al olfato y la memoria, deterioro cognitivo y un aumento del riesgo de demencia.
Además, el estudio encontró una relación significativa entre la pérdida del olfato y la presencia del gen APOE-e4, una variante genética reconocida como factor de riesgo en el desarrollo del Alzheimer. Jayant M. Pinto, coautor del estudio, explicó en una nota de prensa: “Este estudio provee otra pista sobre cómo una rápida pérdida del sentido del olfato es un muy buen indicador de lo que acabará ocurriendo estructuralmente en regiones específicas del cerebro”.
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La capacidad para detectar tempranamente el Alzheimer resulta esencial, ya que los tratamientos actuales se centran en retrasar la progresión de la enfermedad y mejorar la calidad de vida de los pacientes. Rachel Pacyna, coautora del estudio, resaltó la importancia de identificar a individuos en riesgo durante sus 40, 50 o 60 años, lo que podría permitir incluirlos en ensayos clínicos y desarrollar terapias más eficaces.
La detección temprana a través de pruebas olfativas abre una ventana crucial, ya que muchas de las evaluaciones actuales dependen de la observación de deterioros en la memoria o el lenguaje, generalmente notados por familiares o profesionales de la salud cuando la enfermedad ya se encuentra en un estado avanzado.
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La detección temprana del Alzheimer se ha convertido en uno de los grandes retos de la medicina, dada la falta de una cura definitiva para esta devastadora enfermedad. En este contexto, un reciente estudio realizado por investigadores de la Universidad de Chicago ha puesto sobre la mesa una herramienta inesperada pero prometedora: el sentido del olfato.