Aprender a respirar para gestionar nuestras emociones: este es el modo en el que la respiración puede ayudarnos a acabar con los enfados
Esta emoción, habitualmente mal vista, puede ser controlada si realizamos un ejercicio de atención plena acompañado de una respiración pausada
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La ira es una emoción que acompaña al ser humano desde sus orígenes y cuya función adaptativa ha sido clave en su supervivencia. Aunque comúnmente se percibe como una emoción negativa, esta respuesta del cuerpo ante situaciones de amenaza o injusticia posee un importante valor biológico y social.
Gestionar bien la ira no es reprimirla, sino transformarla en una fuerza útil y controlada. Desde el punto de vista fisiológico, cuando sentimos ira el cuerpo reacciona liberando adrenalina y noradrenalina, activando una respuesta que prepara al organismo para actuar rápidamente.
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Más allá del instinto de supervivencia, la expresión controlada de la ira ha contribuido a regular la convivencia social. Actualmente, la ira continúa siendo una señal de que algo importante está ocurriendo, ya sea por frustración, injusticia o amenaza, esta emoción nos alerta de que es momento de actuar o tomar decisiones para proteger nuestro bienestar.
La causa de esta emoción puede variar según la persona y el contexto. A menudo, surge cuando se percibe una situación injusta, cuando se violan límites personales o cuando aparece la sensación de pérdida de control. Canalizarla requiere autoconocimiento y práctica.
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Uno de los recursos más eficaces para neutralizar un pico de ira es la respiración lenta y controlada. Inhalar suavemente por la nariz y exhalar con calma ayuda a calmar el sistema nervioso y a reducir la intensidad de la respuesta emocional. Practicar técnicas respiratorias regularmente contribuye a mejorar la regulación emocional y permite afrontar situaciones difíciles con mayor serenidad.
Para ello el mindfulness o atención plena es ideal, ya que consiste en observar las emociones sin juicio ni reacción automática. Al practicarlo, uno puede tomar distancia de la ira y responder con más claridad. Realizar una respiración calmada a la vez que nos observamos será determinante para gestionar los enfados y evitar un pico de ira en nuestra mente
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