María Leániz, experta en orden: "Pequeños hábitos pueden estar saboteando nuestra organización"
No siempre es el desorden físico lo que nos desborda. A veces, son los hábitos invisibles los que impiden que nuestra organización funcione
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El orden, muchas veces, no empieza en los cajones ni en las estanterías, sino en la forma en la que gestionamos nuestro tiempo, nuestras tareas y nuestras prioridades. Aunque solemos asociar la organización con el entorno físico, lo cierto es que un buen sistema de orden personal comienza con el control mental y emocional del día a día. Lo que parece desorden en casa o en el escritorio puede tener su raíz en una agenda desbordada o en decisiones que se posponen una y otra vez.
María Leániz, experta en organización y creadora de Atelier del Orden, advierte que existen hábitos cotidianos que, aunque parecen inofensivos, pueden estar minando nuestra capacidad de organizarnos. Una mala distribución del tiempo es uno de los errores más comunes. Cuando no hay una planificación clara de las horas, la sensación constante es que el tiempo nunca alcanza, incluso en días en los que se ha estado activo de principio a fin.
Otro hábito que suele pasar desapercibido es la dificultad para poner límites. Decir que sí a todo, sin priorizar, lleva a la sobrecarga. Poco a poco, esa acumulación de compromisos termina generando agotamiento y la impresión de que nada llega a completarse del todo. La productividad no siempre está en hacer más, sino en hacer lo que realmente importa.
A esto se suma el error frecuente de confiar en la memoria. No utilizar herramientas básicas como agendas o listas de tareas puede parecer un detalle menor, pero en realidad incrementa la carga mental, obliga a recordar constantemente lo pendiente y reduce la sensación de control sobre el día a día.
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Leániz también señala que muchas personas fallan en la priorización. Empezar el día resolviendo asuntos urgentes, pero poco relevantes, puede dar la sensación de avanzar, pero en realidad aleja de los objetivos principales. Si a eso se añade la falta de seguimiento a los proyectos iniciados, el resultado es una larga lista de tareas sin cerrar que generan ruido mental y bloquean el avance.
Más allá del orden material, la organización personal está profundamente ligada a los hábitos, la toma de decisiones y la claridad de objetivos. Incorporar rutinas de revisión, usar herramientas de planificación y aprender a elegir bien en qué se invierte el tiempo puede ser el primer paso para recuperar una sensación de control que va mucho más allá de lo que se ve desde fuera.
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El orden, muchas veces, no empieza en los cajones ni en las estanterías, sino en la forma en la que gestionamos nuestro tiempo, nuestras tareas y nuestras prioridades. Aunque solemos asociar la organización con el entorno físico, lo cierto es que un buen sistema de orden personal comienza con el control mental y emocional del día a día. Lo que parece desorden en casa o en el escritorio puede tener su raíz en una agenda desbordada o en decisiones que se posponen una y otra vez.