El pueblo más bonito a menos de una hora de Madrid que merece la pena visitar, incluso aunque llueva, por sus bodegas

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A tan solo unos 30 kilómetros de la capital española, Navalcarnero se erige como uno de los pueblos con más encanto de la comunidad. Su historia centenaria, su bella arquitectura y su reconocida tradición vinícola lo convierten en una escapada ideal en cualquier época del año, incluso cuando el cielo se cubre de nubes y la lluvia invita a buscar refugio.

Fundado en el año 1499, este pueblo de esencia castellana ha sido testigo de momentos históricos de gran relevancia. Uno de ellos fue el matrimonio del rey Felipe IV con Mariana de Austria en 1649, lo que le valió el título de "Villa Real". Hoy en día, Navalcarnero sigue conservando su espíritu histórico en cada una de sus calles empedradas y en su emblematica Plaza de Segovia, donde se puede apreciar la arquitectura tradicional con edificios de tres alturas y balcones de madera.

Es más, si el tiempo no acompaña para pasear al aire libre, una visita a sus bodegas es el plan ideal. Navalcarnero ha mantenido su fuerte vínculo con la producción de vino desde hace siglos, y actualmente sus tintos están reconocidos dentro y fuera de España. Por ejemplo, el Museo del Vino es un buen punto de partida para adentrarse en esta tradición, con un recorrido por la historia vitivinícola de la región y la posibilidad de realizar catas para descubrir los sabores y aromas que definen sus caldos.

Si bien, cabe señalar que la experiencia no estaría completa sin adentrarse en alguna de las bodegas locales, muchas de ellas con siglos de historia. Entre muros de piedra y barricas de roble, los visitantes pueden degustar vinos elaborados con esmero, acompañados por productos gastronómicos de la zona, como quesos artesanales y embutidos. Así, incluso en un día lluvioso, se puede disfrutar de una escapada sensorial que fusiona la historia con el placer de un buen vino.

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Tanto es así que en la variedad está el gusto, para quienes prefieran una dosis de arte, el Jardín de Cristal de Dennis Oppenheim es una parada recomendada. En concreto, esta escultura permite a los visitantes interactuar con su estructura y experimentar cómo el arte contemporáneo se integra en un entorno histórico. De este modo, Navalcarnero se presenta como una joya por descubrir. Su historia, su gastronomía y sus vinos hacen que merezca la pena visitarlo en cualquier estación del año, sin importar el clima.