Adiós inflamación y retención de líquidos: así es como puedes combatirlos con la alimentación
Hay que entender cómo ciertos alimentos influyen en nuestro cuerpo y encontrar un equilibrio realista y amable
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Cuando hablamos de perder peso, muchas veces pensamos en dietas estrictas, prohibiciones o largas listas de alimentos que “no se deben comer”. Sin embargo, el cuerpo humano está preparado para procesar una amplia variedad de alimentos, incluso aquellos que solemos considerar poco saludables. El secreto no está en eliminarlos por completo, sino en aprender a consumirlos con equilibrio y consciencia, entendiendo cómo afectan a nuestro bienestar general.
Un aspecto que a menudo pasa desapercibido es el impacto que ciertos alimentos tienen sobre la inflamación y la retención de líquidos. Hay personas concretas que sufren de inflamación crónica o de retención de líquidos. Ambos procesos influyen directamente en cómo nos sentimos física y emocionalmente, además de reflejarse en nuestro cuerpo, independientemente del peso. Reducir o moderar el consumo de ciertos alimentos que favorecen estos efectos puede marcar una gran diferencia en nuestra calidad de vida.
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La inflamación es una respuesta natural del cuerpo ante una agresión o amenaza, pero cuando se vuelve crónica puede generar molestias digestivas, sensación de hinchazón e incluso dificultar la pérdida de peso. Por otro lado, la retención de líquidos ocurre cuando el cuerpo almacena más agua de la que necesita, lo que provoca pesadez, inflamación localizada —especialmente en piernas, abdomen y rostro— y una sensación general de volumen extra que muchas veces no se relaciona directamente con grasa corporal.
Entre los alimentos que conviene moderar se encuentran los ultraprocesados, como embutidos, snacks industriales y comidas precocinadas. Estos productos suelen contener altas cantidades de sodio, grasas poco saludables y aditivos que el cuerpo no necesita en exceso. No es necesario eliminarlos del todo, pero sí es recomendable limitar su consumo y optar por versiones más naturales siempre que sea posible. Algo similar ocurre con los azúcares refinados y las harinas blancas, presentes en bollería, refrescos y pan blanco. Estos alimentos generan picos de azúcar en sangre, lo que provoca inflamación a nivel celular y puede afectar nuestros niveles de energía. Alternar con opciones integrales o hechas en casa ayuda a mantener el equilibrio y favorecer una digestión más eficiente.
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Otro aspecto clave es el consumo de sal. Aunque es necesaria para funciones básicas del organismo, el problema está en el exceso, especialmente el que se encuentra oculto en alimentos procesados, salsas o aderezos comerciales. Reducir un poco su uso en la cocina y leer etiquetas puede ayudar a evitar la retención de líquidos sin renunciar al sabor. También es útil prestar atención a cómo reaccionamos ante los lácteos enteros y quesos curados, ya que algunas personas pueden experimentar hinchazón o malestar, sobre todo con los productos más grasos o fermentados. En esos casos, optar por versiones más ligeras o reducir la cantidad puede ser suficiente. En cuanto al alcohol, no es necesario eliminarlo por completo, pero sí conviene consumirlo con moderación. Tomar una copa ocasional no representa un problema, pero su consumo frecuente puede favorecer procesos inflamatorios, interferir con el metabolismo y alterar la digestión.
Más que centrarse en lo que no se puede comer, el enfoque más sostenible y amable es pensar en lo que sí podemos sumar a nuestra alimentación diaria. Frutas y verduras frescas, alimentos ricos en agua como el pepino o la sandía, cereales integrales, proteínas magras y grasas saludables como el aguacate, el aceite de oliva y los frutos secos son aliados que no solo favorecen el peso saludable, sino también la energía y el bienestar general. Además, la hidratación cumple un rol fundamental en este proceso. Beber suficiente agua, así como infusiones naturales o caldos caseros, ayuda al cuerpo a eliminar el exceso de líquidos y toxinas de forma natural, favoreciendo un estado más ligero y equilibrado.
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