Si te olvidas del nombre de las personas, tiene una explicación según la psicología
Olvidar el nombre de alguien a quien acabas de conocer no es solo un descuido. Hay ciencia detrás de por qué nuestra memoria falla precisamente en esos momentos.
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A todos nos ha pasado: estás conversando con alguien, intentando seguir el hilo de una charla interesante, y de repente caes en cuenta de que no recuerdas cómo se llama. A veces, ni siquiera han pasado cinco minutos desde que lo dijeron. En la mayoría de los casos, esto se interpreta como desinterés o mala educación. Pero la psicología tiene otra explicación mucho más profunda y, en muchos sentidos, tranquilizadora.
Uno de los experimentos más citados en psicología cognitiva es la paradoja Baker/Baker. En este estudio, a dos grupos se les mostró la misma cara. A uno le dijeron que esa persona se apellidaba Baker. Al otro, que su profesión era baker (panadero, en inglés). El segundo grupo, en una proporción significativamente mayor, recordó la información con más facilidad.
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La clave está en la forma en que el cerebro estructura y almacena la información. Un nombre propio es una etiqueta arbitraria: no tiene carga visual ni semántica. En cambio, una profesión como “panadero” activa múltiples asociaciones: el olor del pan, una panadería, la harina. Estas conexiones facilitan el recuerdo.
En 1991, los investigadores Deborah Burke y Donald MacKay profundizaron en este fenómeno y concluyeron que los nombres propios, a diferencia de palabras como “perro” o “madre”, no tienen una representación semántica clara. Es decir, no evocan un concepto definido que ayude al cerebro a recordarlos.
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Olvidar un nombre no siempre implica desinterés. Puede ser simplemente que tu cerebro no lo procesó como información relevante en ese momento. Esto puede estar influido por múltiples factores:
- Falta de conexión emocional: el cerebro prioriza lo que considera importante.
- Sobrecarga mental: en contextos sociales nuevos, estás procesando muchos estímulos.
- Fatiga cognitiva: cuando estás cansado, tu cerebro ahorra energía y reduce la atención disponible para tareas como el recuerdo inmediato.
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Aún así, hay algunos trucos para ejercitar la memoria y no olvidarte del nombre de una persona en el instante en que la conoces.
- Repetir el nombre en voz alta nada más escucharlo.
- Utilizarlo pronto en la conversación: “Encantado, Marta”.
- Asociarlo con alguien conocido que tenga el mismo nombre.
- Crear una imagen mental vinculada al sonido del nombre o su significado.
Y aunque el olvido de un nombre sea natural, también es verdad que en la vida social —y profesional— recordar un nombre puede abrir puertas que el olvido cierra sin querer.
A todos nos ha pasado: estás conversando con alguien, intentando seguir el hilo de una charla interesante, y de repente caes en cuenta de que no recuerdas cómo se llama. A veces, ni siquiera han pasado cinco minutos desde que lo dijeron. En la mayoría de los casos, esto se interpreta como desinterés o mala educación. Pero la psicología tiene otra explicación mucho más profunda y, en muchos sentidos, tranquilizadora.