El denominador común de las personas que duermen junto a sus mascotas, según los expertos
Dormir junto a una mascota es una fuente de calma emocional. El contacto con su pelaje o el sonido de su respiración puede tener un efecto relajante que reduce el estrés y ansiedad
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Dormir acompañado de una mascota es una costumbre que va mucho más allá de lo anecdótico. Para muchos, compartir la cama con su perro o gato no solo es parte de la rutina diaria, sino también un reflejo profundo de su forma de ser. Según expertos en psicología, quienes adoptan esta práctica comparten una serie de rasgos emocionales y sociales que hablan de una personalidad particularmente empática y generosa.
Los estudios más recientes apuntan a que estas personas suelen tener una marcada capacidad para establecer vínculos afectivos sólidos. De hecho, dormir con una mascota implica abrir un espacio íntimo y vulnerable, lo que, según especialistas, solo hacen quienes tienen una conexión emocional auténtica con su entorno. Este gesto revela una facilidad natural para crear lazos basados en la confianza, tanto con animales como con humanos.
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Por otro lado, se ha observado que las personas que permiten que sus animales compartan la cama destacan por su generosidad, respecto a los demás. Es decir, no solo están dispuestos a ceder parte de su espacio, sino que esta actitud suele replicarse en otros ámbitos de su vida. Por ejemplo, en sus relaciones personales, en su entorno laboral y en su comunidad.
Cabe señalar que otro rasgo común es la capacidad de adaptación. Tanto es así que acomodarse a los movimientos nocturnos de un gato o a los cambios de postura de un perro requiere flexibilidad, tanto física como mental. En concreto, esta habilidad para ajustarse a lo inesperado se traslada también al día a día, haciendo que estas personas sean más tolerantes y resilientes ante los imprevistos en cualquier ámbito.
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Sin embargo, la empatía también ocupa un lugar destacado en este perfil. La cercanía que implica dormir con una mascota favorece una mayor sensibilidad emocional. Quienes lo hacen suelen ser individuos abiertos, capaces de ofrecer apoyo sin juzgar, y de conectar profundamente con los demás. De este modo, dormir junto a una mascota también es una fuente de calma emocional.
Poco se habla, pero el simple contacto con su pelaje o el sonido de su respiración puede tener un efecto relajante que reduce el estrés y la ansiedad. Por eso, no sorprende que quienes eligen compartir sus noches con sus compañeros peludos sean personas que valoran la tranquilidad, el afecto sincero y el equilibrio emocional como pilares de su bienestar.
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Dormir acompañado de una mascota es una costumbre que va mucho más allá de lo anecdótico. Para muchos, compartir la cama con su perro o gato no solo es parte de la rutina diaria, sino también un reflejo profundo de su forma de ser. Según expertos en psicología, quienes adoptan esta práctica comparten una serie de rasgos emocionales y sociales que hablan de una personalidad particularmente empática y generosa.