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Rosa Molina, psiquiatra: “No es que no hagas nada. Es que haces demasiado, todo el tiempo; vivimos en la era del agotamiento”
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Rosa Molina, psiquiatra: “No es que no hagas nada. Es que haces demasiado, todo el tiempo; vivimos en la era del agotamiento”

No necesitamos hacer más. Necesitamos hacer menos, con más sentido. Aprender a decir no, a establecer límites, a valorar el silencio y la calma

Foto: El agotamiento se puede evitar regulando y cambiando algunos hábitos. (iStock)
El agotamiento se puede evitar regulando y cambiando algunos hábitos. (iStock)

En una sociedad que glorifica la hiperproductividad y mide el valor personal en función de logros y eficacia, el descanso se ha convertido en un lujo, casi en un acto de rebeldía. La presión por rendir al máximo, incluso en el tiempo libre, ha consolidado lo que los expertos ya definen como “cultura de la sobrecarga”, un modelo de vida que nos lleva directos al agotamiento mental, físico y emocional. Sobre este fenómeno reflexiona la psiquiatra Rosa Molina en una de sus últimas publicaciones, donde lanza un mensaje tan sencillo como necesario: “No es que no hagas nada. Es que haces demasiado, todo el tiempo”. Y con ello pone el foco en una de las grandes contradicciones de la vida moderna: la imposibilidad de parar.

Molina explica que vivimos con nuestro “director de orquesta” —el cerebro, encargado de organizar, planificar y priorizar— en estado de alerta permanente. No descansa, no desconecta, y la saturación de tareas diarias, la hiperconectividad y la multiplicación de decisiones mínimas lo han llevado al límite. “Vivimos con una función ejecutiva agotada”, afirma la psiquiatra. Las consecuencias no son solo cansancio físico, sino una fatiga mental profunda que mina el bienestar, deteriora la memoria y dispara la irritabilidad.

El ejemplo que plantea Rosa Molina para ilustrar esta sobrecarga resulta tan irónico como familiar: vas a buscar una camiseta y terminas ordenando un cajón, en medio de un proceso que encadena tareas sin que ninguna se concluya del todo. Inicias un trámite online, te enfrentas a contraseñas imposibles, verificaciones interminables, actualizaciones automáticas y recordatorios que interrumpen constantemente tu atención. A cada paso, una nueva alerta. Una nueva tarea. Un nuevo pendiente. Y cuando por fin logras centrarte, tu teléfono vibra: un mensaje, otra solicitud, otra obligación más.

Esa acumulación constante de microdecisiones y distracciones nos impide entrar en estados de concentración profunda y, mucho menos, de verdadero descanso. De fondo, una narrativa social que asocia la pausa con la pereza y el silencio con el fracaso. Pero, como advierte Molina, la consecuencia de este modelo es clara: estamos exhaustos. “Vivimos en la era del agotamiento”, resume.

placeholder Intentar llegar a todo es imposible. (Pexels/ Anna Tarazevich)
Intentar llegar a todo es imposible. (Pexels/ Anna Tarazevich)

El problema, además, no se limita al ámbito laboral. El ideal de vida equilibrada y plena —tener éxito profesional, estar en forma, criar hijos ejemplares, mantener una casa ordenada, tener una vida social activa y leer tres libros al mes— es, sencillamente, inasumible. Y cuando no se llega a todo, aparece la culpa. Una culpa que no tiene sentido si, como recuerda Molina, no es falta de voluntad, sino exceso de exigencia.

Frente a esta realidad, la psiquiatra propone un cambio urgente de paradigma: aprender a parar. Y lo plantea desde lo práctico, con una serie de recomendaciones que no pretenden añadir más tareas, sino precisamente lo contrario: reducirlas. Entre ellas, hacer pausas reales —no solo físicas, también mentales—, agrupar actividades similares para no fragmentar la atención, y eliminar todo lo que no sea urgente ni importante. También sugiere reducir las notificaciones del móvil y priorizar el descanso como una necesidad biológica y no como un premio al final del día. Pero, sobre todo, Molina insiste en algo que muchas veces se olvida: cuidar del sueño y de la calidad del descanso es imprescindible para poder sostener cualquier tipo de productividad.

En una sociedad que glorifica la hiperproductividad y mide el valor personal en función de logros y eficacia, el descanso se ha convertido en un lujo, casi en un acto de rebeldía. La presión por rendir al máximo, incluso en el tiempo libre, ha consolidado lo que los expertos ya definen como “cultura de la sobrecarga”, un modelo de vida que nos lleva directos al agotamiento mental, físico y emocional. Sobre este fenómeno reflexiona la psiquiatra Rosa Molina en una de sus últimas publicaciones, donde lanza un mensaje tan sencillo como necesario: “No es que no hagas nada. Es que haces demasiado, todo el tiempo”. Y con ello pone el foco en una de las grandes contradicciones de la vida moderna: la imposibilidad de parar.

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