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El síndrome de la impostora después de los 40: por qué aparece en las mujeres y cómo enfrentarlo para no sabotearnos
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El síndrome de la impostora después de los 40: por qué aparece en las mujeres y cómo enfrentarlo para no sabotearnos

La presión social que experimentan muchas mujeres pueden llevarlas a considerar que sus logros son menores que los de los demás o que no están capacitadas para su trabajo

Foto: Muchas mujeres sienten que sus logros no son suficientes. (Pexels)
Muchas mujeres sienten que sus logros no son suficientes. (Pexels)

En la madurez, cuando la experiencia profesional, la sabiduría personal y los logros vitales deberían ser fuente de seguridad, muchas mujeres experimentan un fenómeno que silenciosamente mina su autoestima: el síndrome de la impostora. Especialmente a partir de los 40 años, este patrón psicológico puede intensificarse, generando dudas internas y boicoteando el reconocimiento propio de los éxitos conseguidos.

Según la psicología, este síndrome aparece cuando, a pesar de contar con experiencia y logros objetivos, la mujer siente que no merece sus éxitos y teme ser descubierta como un fraude. Este conflicto interno no tiene relación con la capacidad real, sino con una autoexigencia desmedida y patrones mentales adquiridos a lo largo de los años o dictados por la sociedad.

placeholder Un conflicto interno que sufren muchas profesionales de diferentes ámbitos. (Pexels)
Un conflicto interno que sufren muchas profesionales de diferentes ámbitos. (Pexels)

Existen varios factores que explican por qué este fenómeno puede intensificarse a partir de los 40. Por un lado, muchas mujeres han atravesado años de conciliación laboral, cuidados familiares y sacrificios personales, lo que puede generar la sensación de no haber alcanzado todo el potencial profesional que imaginaban. Por otro, los cambios sociales, los nuevos desafíos tecnológicos y la competencia intergeneracional pueden alimentar la comparación constante y el miedo a no estar a la altura.

Además, la presión social sobre la imagen, la productividad y el éxito femenino sigue generando un ruido de fondo que favorece estas percepciones distorsionadas. A ello se suma la tendencia cultural a minimizar los logros propios y dar mayor peso a los errores o a la incertidumbre, reforzando el ciclo de inseguridad interna.

placeholder La sensación de no ser lo suficientemente válidas. (Pexels)
La sensación de no ser lo suficientemente válidas. (Pexels)

Las mujeres que padecen este síndrome suelen caer en patrones de pensamiento como: quitar mérito a sus logros atribuyéndolo a la suerte o a factores externos, temer ser descubiertas como menos capaces de lo que aparentan, exigirse una perfección constante y evitar nuevos retos por miedo al fracaso o al juicio ajeno.

Superar el síndrome de la impostora no significa eliminar todas las dudas, sino aprender a gestionarlas con una mirada más realista y compasiva. Los expertos en psicología recomiendan varias estrategias: validar los logros con objetividad, normalizar el error al aceptar que equivocarse forma parte del aprendizaje y no define el valor personal, hablar del tema con otras mujeres, ya que permite poner perspectiva y recibir herramientas específicas, y sustituir la autocrítica por frases de validación y reconocimiento propio.

placeholder Llevar a cabo estrategias para hacer frente a este síndrome. (Pexels)
Llevar a cabo estrategias para hacer frente a este síndrome. (Pexels)

Las mujeres que logran identificar el síndrome de la impostora a tiempo son capaces de dar un giro liberador a su trayectoria, reconociendo su valor desde la experiencia y no desde el miedo. Abrazar la madurez emocional, la experiencia acumulada y la autonomía personal permite desmontar los antiguos esquemas de autoexigencia y abrir la puerta a un bienestar psicológico mucho más sólido.

En la madurez, cuando la experiencia profesional, la sabiduría personal y los logros vitales deberían ser fuente de seguridad, muchas mujeres experimentan un fenómeno que silenciosamente mina su autoestima: el síndrome de la impostora. Especialmente a partir de los 40 años, este patrón psicológico puede intensificarse, generando dudas internas y boicoteando el reconocimiento propio de los éxitos conseguidos.

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