Ana Pérez Ballesta, médico de familia: "Una cerveza o una copa de vino al día parece poco, pero a lo largo del tiempo suma muchísimo"
Beber una cerveza, una copa de vino o un refresco con las comidas puede parecer inofensivo, pero a largo plazo tiene más impacto del que pensamos
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Una lata de cerveza al día puede no parecer gran cosa. Lo mismo ocurre con una copa de vino o un vaso de refresco. Pero cuando estos hábitos se repiten a diario, la suma total es mucho mayor de lo que solemos calcular. Así lo recuerda Ana Pérez Ballesta, médico de familia, que ha explicado en sus redes sociales cómo estas elecciones aparentemente inocentes pueden dañar seriamente la salud si se mantienen en el tiempo.
Según la doctora, una cerveza diaria equivale a más de 240 litros al año. Si se trata de vino, una copa al día suma más de 50 litros anuales. Y para quienes prefieren refrescos, el cálculo puede ascender a unos 15 litros al mes. “El alcohol y los aditivos de estas bebidas, cuando los tomas todos los días, dañan tu salud directamente”, alerta Pérez Ballesta.
Este tipo de consumo frecuente puede ser especialmente perjudicial para quienes padecen tensión alta, colesterol elevado o diabetes tipo 2 mal controlada. De hecho, la doctora afirma que muchas de estas personas experimentarían una mejoría “espectacular” solo con cambiar este pequeño hábito: beber agua en lugar de bebidas alcohólicas o azucaradas durante las comidas.
No se trata de prohibiciones absolutas ni de eliminar completamente el disfrute ocasional. “No te digo que no te puedas tomar una cerveza o una copa de vino de vez en cuando”, aclara la experta. Pero sí insiste en que esas decisiones cotidianas, que parecen inofensivas, pueden marcar una diferencia real en la salud a largo plazo.
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En un contexto donde los pequeños gestos tienen un gran poder acumulativo, elegir agua puede convertirse en una forma sencilla y eficaz de mejorar los indicadores clave del bienestar. Reducir el alcohol y los refrescos no implica renunciar al placer, sino tomar conciencia de lo que suman a lo largo del tiempo.
Como recuerda la doctora, no todos los problemas de salud vienen de lo que bebemos, pero cuando hay factores de riesgo, empezar por esta elección puede ser un paso estratégico. “Si tienes la tensión, el colesterol o el azúcar altos, empieza por aquí. Elige agua.”
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Para asegurarse de que este cambio se ajusta a tus necesidades personales, lo más recomendable es consultar con un profesional sanitario que pueda orientarte con información fiable y personalizada.
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Una lata de cerveza al día puede no parecer gran cosa. Lo mismo ocurre con una copa de vino o un vaso de refresco. Pero cuando estos hábitos se repiten a diario, la suma total es mucho mayor de lo que solemos calcular. Así lo recuerda Ana Pérez Ballesta, médico de familia, que ha explicado en sus redes sociales cómo estas elecciones aparentemente inocentes pueden dañar seriamente la salud si se mantienen en el tiempo.