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Inma Puig, psicóloga: ''Las personas frías que sacan provecho a costa de la salud emocional son una especie que tendríamos que poner dentro de las especies a extinguir''
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Inma Puig, psicóloga: ''Las personas frías que sacan provecho a costa de la salud emocional son una especie que tendríamos que poner dentro de las especies a extinguir''

Mostrar lo que sentimos no es solo un acto de valentía individual, sino una herramienta colectiva para construir una sociedad más saludable

Foto: Inma Puig, psicóloga clínica, en una foto de sus redes sociales. (Instagram/@inma_puigpsi)
Inma Puig, psicóloga clínica, en una foto de sus redes sociales. (Instagram/@inma_puigpsi)

En una sociedad que ha ensalzado durante décadas la dureza emocional como sinónimo de fortaleza, la psicóloga clínica Inma Puig plantea una contundente reflexión: no solo es un error pensar que mostrar sentimientos es una señal de debilidad, sino que el futuro pertenece a quienes se atreven a hacerlo. En una reciente intervención para el proyecto Aprendiendo Juntos 2030 de BBVA, Puig —licenciada por la Universidad de Barcelona— desmonta mitos arraigados en torno a la vulnerabilidad emocional y reivindica el valor de la sensibilidad como un pilar de la salud mental y la confianza interpersonal.

“La resistencia a compartir emociones viene dada porque todavía se asocia a debilidad”, explica Puig. “La idea de que si muestras tus sentimientos te expones a que te hagan daño sigue muy presente, pero es errónea”. Para la experta, abrirse emocionalmente no solo no es un signo de fragilidad, sino de madurez y fortaleza psicológica. Lejos de debilitar, la expresión emocional genera lazos más profundos, más auténticos y, sobre todo, más humanos.

Con una contundencia poco habitual en su campo, Puig lanza una advertencia sobre quienes se escudan en la frialdad: “No hay que fiarse del insensible, de esas personas frías y duras que van a sacar provecho a costa de la salud emocional de los demás”.

En sus palabras más llamativas, propone incluso una metáfora radical: “Son una especie que tendríamos que poner dentro de las especies a extinguir”. Esta afirmación, lejos de ser exagerada, pone de relieve el daño silencioso que puede causar la insensibilidad emocional cuando se convierte en herramienta de manipulación.

placeholder La psicóloga habla sobre la sensibilidad. (Pexels/ cottonbro studio)
La psicóloga habla sobre la sensibilidad. (Pexels/ cottonbro studio)

La idea central de Puig conecta con un cambio de paradigma que se viene gestando: mientras que el pasado premiaba a los fuertes físicamente, “el futuro es de los sensibles”. Un mensaje claro para una generación cada vez más abierta a cuestionar los modelos tradicionales de éxito y liderazgo, donde la empatía y la inteligencia emocional cobran un papel protagonista.

Complementando esta visión, la psicóloga Laura Pérez compartía recientemente tres claves prácticas para aprender a abrirse emocionalmente. El primer paso: validar las emociones propias, reconociendo que lo que se siente es relevante. El segundo: permitirse recibir ayuda, recordando que expresar lo que se siente no nos hace débiles, sino humanos. Y el tercero: darle voz a los pensamientos y emociones, aunque sea sin orden, como un primer paso hacia la conexión emocional.

En una sociedad que ha ensalzado durante décadas la dureza emocional como sinónimo de fortaleza, la psicóloga clínica Inma Puig plantea una contundente reflexión: no solo es un error pensar que mostrar sentimientos es una señal de debilidad, sino que el futuro pertenece a quienes se atreven a hacerlo. En una reciente intervención para el proyecto Aprendiendo Juntos 2030 de BBVA, Puig —licenciada por la Universidad de Barcelona— desmonta mitos arraigados en torno a la vulnerabilidad emocional y reivindica el valor de la sensibilidad como un pilar de la salud mental y la confianza interpersonal.

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