¿Puede cambiarnos el calor nuestro carácter? La psicología tiene la respuesta
Según los expertos, las altas temperaturas pueden no solo afectarnos al nivel corporal, sino también a nivel mental
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Con la llegada del verano y las temperaturas extremas, no es extraño escuchar frases como “estoy irritable por el calor” o “no aguanto este bochorno”. Pero ¿hasta qué punto esta sensación de malestar es real y no solo una excusa estacional? Según la psicología, el calor no solo afecta al cuerpo, también tiene un impacto directo sobre el estado de ánimo y el bienestar emocional, pudiendo llegar a experimentar una mayor carga mental durante los meses más calurosos.
Cuando las temperaturas suben, el cuerpo tiene que hacer un esfuerzo extra para mantenerse fresco. Este proceso, aunque natural, consume energía y puede provocar fatiga, irritabilidad y falta de concentración. A ello se suman otros factores: dormir mal por las noches calurosas, pasar más tiempo en ambientes cerrados y hasta una menor tolerancia a la frustración. Según expertos en salud mental, estas condiciones elevan los niveles de estrés y aumentan la probabilidad de responder de forma impulsiva o malhumorada ante situaciones cotidianas. Además, el calor puede influir en los niveles de serotonina y dopamina, neurotransmisores vinculados a la regulación del estado de ánimo. Cuando el equilibrio de estas sustancias se altera, es más fácil sentirse decaída, apática o simplemente sin ganas de socializar. Todo esto se agrava si no se descansó bien o si se está expuesta a un entorno ruidoso o con poca ventilación.
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Desde la psicología se subraya que, aunque el calor no “provoca” por sí solo trastornos mentales, sí puede ser un desencadenante o un agravante en personas con ansiedad, depresión o estrés crónico. Por eso, es importante prestar atención a cómo nos sentimos en esta época y tomar medidas preventivas. Entre ellas, mantenerse bien hidratada, buscar espacios frescos, evitar la exposición solar en horas punta y organizar el día de forma que se respeten momentos de descanso. También es clave aprender a identificar cuándo ese mal humor se convierte en una constante. Si la sensación de irritación o agotamiento se mantiene durante días, puede ser útil hablar con un profesional.
El verano no tiene por qué convertirse en un enemigo del bienestar. Escuchar al cuerpo y respetar los propios ritmos es fundamental para sobrellevar los picos de calor sin que se apoderen de nuestro ánimo. Porque sí, el calor puede alterar nuestro humor, pero también podemos aprender a gestionar sus efectos.
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