Ángela Fernández, psicoterapeuta: “Deja de querer cumplir expectativas ajenas; no vivas una vida que no es tuya solo para que otros estén cómodos”

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Con un mensaje directo y liberador, la psicoterapeuta Ángela Fernández ha vuelto a agitar las redes sociales al recordar una de las grandes trampas emocionales de nuestra época: vivir en función de las expectativas de los demás. “Deja de querer cumplir expectativas ajenas”, arranca tajante en una de sus últimas publicaciones, en la que invita a reflexionar sobre cuántas decisiones tomamos por miedo al juicio o por la necesidad de agradar.

En su vídeo, Fernández lanza una advertencia que resuena especialmente en una sociedad que premia el rendimiento, la imagen y la aceptación externa: cuando vivimos para complacer, dejamos de vivir para nosotros mismos. “Esta actitud nos consume”, afirma, “porque dejamos de ser nosotros para vivir la vida que otros quieren vivir a través de nosotros”.

La psicóloga explica que este patrón de comportamiento se gesta desde la infancia. “Aprendemos que nuestro valor se mide en función de nuestros resultados: logros, notas, trofeos, aplausos...”, señala. En ese proceso, asegura, también aprendemos a complacer, a destacar y a cumplir, confundiendo nuestra esencia con nuestros logros. Así, sin darnos cuenta, acabamos definiéndonos más por lo que hacemos que por lo que realmente somos.

Según Fernández, esta necesidad de validación externa se alimenta de una presión constante e invisible: “Siempre parece que hay alguien esperando más de ti. Tu familia, tus profesores, tus amigos…”. Sin embargo, advierte que esas versiones idealizadas que esperan de nosotros suelen ser “bastante irreales y poco sanas”.

El mensaje central que la terapeuta quiere transmitir es claro y contundente: “No has venido al mundo para cumplir las expectativas de nadie. No es tu deber, no es tu misión ni tu propósito en la vida”. En palabras de Fernández, lo verdaderamente importante es aprender a vivir en coherencia con uno mismo y liberarse de la necesidad de demostrar constantemente que se es “suficiente”.

“Quizás has empezado a vivir más para los demás que para ti mismo”, dice con tono firme pero empático. “Pero no necesitas demostrar nada para ser suficiente”. Y concluye con una reflexión que funciona tanto como cierre como punto de partida para el cambio: “Cada vez que decides que no tienes que gustarle a todos, te eliges a ti”.