El gesto imposible de evitar que nos delata cuando estamos nerviosos, según la psicología
Controlar los nervios puede resultarnos muy complicarnos, sobre todo cuando nuestro gestor transmite microgestos que no podemos controlar
- El gesto imposible de evitar que nos delata cuando mentimos, según la psicología
- El gesto imposible de evitar que nos delata cuando nos gusta alguien, según la psicología
Cruzar los brazos, tocarnos el cabello sin parar, morderse las uñas… todas hemos hecho alguno de estos gestos alguna vez sin apenas darnos cuenta. Pero, ¿sabías que hay uno que, según la psicología, es prácticamente imposible de controlar cuando estamos nerviosas? Se trata del acto de tocarnos el rostro, una conducta tan automática que se convierte en una especie de "micrófono emocional" para quienes saben interpretarla.
Desde el punto de vista del lenguaje no verbal, llevarnos la mano a la cara —ya sea al tocarse la nariz, frotarse los ojos o cubrirse la boca— no solo revela incomodidad o ansiedad, también es una estrategia inconsciente para autorregularnos emocionalmente. Según especialistas en psicología clínica, este tipo de gestos están muy ligados al sistema límbico, la parte del cerebro que gestiona nuestras emociones. Por eso, ante situaciones estresantes, nuestro cuerpo reacciona antes que nuestra mente consciente. Estos gestos faciales tienen además un fuerte componente social. Estudios recientes destacan que cuando nos sentimos observadas, en una entrevista de trabajo o incluso en una cita importante, aumentan de forma casi inmediata. Es como si el cuerpo, al no encontrar una salida al estrés o la tensión, recurriera a pequeños "microgestos" para liberar presión sin que se note demasiado. El problema es que sí se nota.
Lo más curioso es que este acto de tocarnos la cara ocurre incluso cuando no hay un estímulo físico evidente, como picor o dolor. Los expertos lo definen como un “hábito nervioso no verbal” que puede ir acompañado de otros signos reveladores, como parpadeo rápido, movimientos repetitivos con los dedos o incluso posturas cerradas. Aunque estos gestos pueden pasar desapercibidos en una conversación casual, en contextos más exigentes o formales pueden transmitir inseguridad, falta de preparación o incomodidad. Por eso, aprender a identificarlos —y también a gestionarlos— puede marcar una gran diferencia en nuestra comunicación interpersonal.
Una forma de reducirlos es tomar conciencia de ellos. La práctica de técnicas como la respiración consciente o la meditación ayuda a disminuir la ansiedad, y con ella, la necesidad de realizar estos movimientos involuntarios. También es útil preparar mentalmente situaciones que sabemos que nos generan nerviosismo, para evitar que el cuerpo nos juegue una mala pasada. En definitiva, nuestro cuerpo habla incluso cuando nosotras no decimos nada. Y muchas veces, lo hace más alto de lo que creemos.
- El gesto imposible de evitar que nos delata cuando mentimos, según la psicología
- El gesto imposible de evitar que nos delata cuando nos gusta alguien, según la psicología
Cruzar los brazos, tocarnos el cabello sin parar, morderse las uñas… todas hemos hecho alguno de estos gestos alguna vez sin apenas darnos cuenta. Pero, ¿sabías que hay uno que, según la psicología, es prácticamente imposible de controlar cuando estamos nerviosas? Se trata del acto de tocarnos el rostro, una conducta tan automática que se convierte en una especie de "micrófono emocional" para quienes saben interpretarla.