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Rafa Guerrero, psicólogo: “Si un hijo solo se enfada con su madre, significa que es su puerto seguro, le confía cómo se siente la rabia y, por tanto, es una privilegiada”
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Rafa Guerrero, psicólogo: “Si un hijo solo se enfada con su madre, significa que es su puerto seguro, le confía cómo se siente la rabia y, por tanto, es una privilegiada”

Enfadarse con quien más se ama es, paradójicamente, una de las formas más sinceras de decir: “confío en ti”

Foto: Rafa Guerrero, psicólogo, en una foto de archivo. (Cortesía)
Rafa Guerrero, psicólogo, en una foto de archivo. (Cortesía)

Las madres suelen ser el blanco más frecuente de los enfados de sus hijos, especialmente durante la infancia. Rabietas, gritos o reproches se repiten en muchos hogares, generando dudas, frustración e incluso culpa en quienes crían. Sin embargo, el psicólogo y psicoterapeuta Rafa Guerrero ofrece una visión completamente distinta y esperanzadora: ese comportamiento puede ser una señal de amor y confianza profunda.

En un reciente mensaje dirigido a madres y familias, Guerrero explica que cuando un niño se enfada especialmente con su madre, no es porque la considere culpable de sus males, sino porque la ve como su “puerto seguro”.

“No es que solamente se enfade contigo”, matiza el experto, “se enfada con otras muchas personas: con los papás, con los maestros, con los abuelos… pero es verdad que en ocasiones solamente os lo muestran a vosotras”. Esto, aclara, sucede porque los menores expresan sus emociones más intensas solo con quienes sienten un vínculo de apego fuerte y seguro.

Ese vínculo se empieza a construir desde el embarazo y se fortalece con los cuidados diarios. Por eso, cuando un hijo manifiesta rabia o frustración hacia su madre, en realidad le está confiando sus emociones más vulnerables. “Os confían cómo se sienten, la rabia, el miedo, el enfado. Y, por tanto, sois unas privilegiadas”, afirma Guerrero. Lo que parece un conflicto, en realidad, es una muestra de intimidad emocional.

placeholder Las rabietas de los niños son buenas (Katrin Bolovtsova/Pexels)
Las rabietas de los niños son buenas (Katrin Bolovtsova/Pexels)

Este fenómeno no solo se limita a la infancia. También en la vida adulta solemos mostrar nuestro malestar con quienes más queremos. Lejos de ser un rechazo, es una oportunidad de conexión. “Tratad de conectar con su emoción, tratad de validar esa rabia que tienen y, a partir de ahí, acompañadlos en ese camino hasta que alcancemos ese equilibrio”, aconseja el psicólogo.

El papel del padre tampoco debe subestimarse. Guerrero subraya que hay muchas familias donde la figura de apego más fuerte es el progenitor masculino, y en esos casos es él quien recibe esas manifestaciones emocionales. Lo importante es entender que, tras cada rabieta, hay una necesidad no expresada de comprensión y cariño.

Las madres suelen ser el blanco más frecuente de los enfados de sus hijos, especialmente durante la infancia. Rabietas, gritos o reproches se repiten en muchos hogares, generando dudas, frustración e incluso culpa en quienes crían. Sin embargo, el psicólogo y psicoterapeuta Rafa Guerrero ofrece una visión completamente distinta y esperanzadora: ese comportamiento puede ser una señal de amor y confianza profunda.

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