Rosa Molina, psiquiatra: "Una herida necesita tiempo para curarse. Eso lleva sus tiempos y sus procesos de cicatrización"

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La psiquiatra Rosa Molina ha vuelto a poner sobre la mesa una verdad que a menudo olvidamos en medio del ritmo acelerado de la vida moderna: las heridas emocionales, igual que las físicas, necesitan tiempo para sanar. En un vídeo compartido en la plataforma de TikTok, Molina ofrece una reflexión pausada sobre cómo el sufrimiento emocional sigue sus propios ritmos y no puede ser forzado ni ignorado sin consecuencias.

Con un lenguaje cercano, la especialista compara el proceso de duelo por la pérdida de un ser querido con la forma en que operan las heridas internas. “Por mucho que queramos, no podemos sentirnos bien en dos días. La sanación emocional no funciona con atajos”, señala. De esta forma, pone en evidencia la importancia de respetar los tiempos individuales y no caer en la presión de aparentar bienestar cuando internamente aún persiste el dolor.

Molina explica que estas heridas emocionales no se limitan a la tristeza o al llanto: pueden manifestarse en la manera en que actuamos, pensamos o sentimos, condicionando nuestras decisiones y relaciones. Muchas veces, sin ser plenamente conscientes, adoptamos estrategias para evitar revivir el sufrimiento, como huir de ciertas situaciones o negarnos a explorar nuevas experiencias.

Según la experta, estos patrones pueden convertirse en barreras invisibles que limitan nuestra libertad y capacidad de disfrutar plenamente la vida. “Podríamos estar limitados por los miedos que hemos construido”, advierte Molina, aludiendo a cómo esas cicatrices emocionales pueden moldear nuestro comportamiento. Y aunque este tipo de heridas no se vean, su impacto puede ser profundo si no se les presta la atención necesaria.

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La psiquiatra invita a aceptar que sanar no siempre es rápido ni lineal, pero que el primer paso es reconocer nuestras emociones y permitirnos transitar por ellas sin juzgarnos. Solo así, afirma, podremos iniciar un proceso de transformación que no consiste en borrar el dolor, sino en integrarlo como parte de nuestra historia y seguir adelante con mayor conciencia y fortaleza.