Una fórmula para cada mancha en la ropa: cómo quitar las más difíciles cuando ya lo has intentado todo

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Quien no haya librado una batalla contra una mancha rebelde en la ropa que levante la mano. Desde el café de la mañana hasta el vino tinto en una cena, pasando por la grasa de la cocina o el inevitable bolígrafo en la camisa, hay manchas que parecen imposibles de eliminar incluso después de varios lavados. Sin embargo, los expertos en limpieza coinciden: la clave no está en frotar más fuerte, sino en aplicar el producto adecuado para cada tipo de mancha.

Para las manchas de vino tinto, los especialistas recomiendan actuar cuanto antes. La sal puede ayudar a absorber el líquido recién caído, pero si la mancha ya está seca, una mezcla de agua oxigenada con unas gotas de detergente líquido aplicada directamente sobre la tela y dejada reposar unos minutos antes de lavar resulta mucho más eficaz.

Las manchas de grasa son otro clásico. El truco más repetido es cubrirlas con polvos de talco, bicarbonato o incluso harina para que absorban el aceite. Después, aplicar unas gotas de lavavajillas (que está formulado para cortar la grasa) directamente sobre la prenda y lavar a la temperatura máxima que admita el tejido.

En el caso de la tinta de bolígrafo, los quitamanchas comerciales no siempre funcionan. Un remedio casero muy extendido es colocar un paño limpio debajo de la mancha y aplicar alcohol de 96º o laca para el pelo en spray, de modo que la tinta se disuelva y se transfiera al paño. Conviene repetir el proceso varias veces antes de meter la prenda en la lavadora.

Las manchas de sudor, tan comunes en camisetas blancas y camisas, requieren un tratamiento específico. Una mezcla de bicarbonato de sodio con agua, aplicada como pasta sobre la mancha, ayuda a neutralizar los ácidos y devolver el blanco al tejido. Dejar reposar media hora y lavar después es un método probado que evita que las manchas amarillentas se fijen.

Por último, para las manchas de café o té, lo más efectivo es sumergir la prenda en agua fría con un poco de vinagre blanco antes del lavado. El ácido acético del vinagre ayuda a romper los compuestos del café y facilita que desaparezca sin dejar rastro.