Nuria Roure, experta en sueño, advierte de los riesgos de dormir poco: “Muchas personas están pagando facturas muy caras a nivel de estado emocional"

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Dormir poco sigue siendo, para muchos, un símbolo productividad. La psicóloga y experta en sueño Nuria Roure ha querido desmentir esta creencia en un vídeo divulgativo que se ha vuelto viral, recordando que “aunque físicamente algunas personas se sientan bien con cuatro o cinco horas de descanso, su cerebro y su estado emocional están pagando facturas muy caras”.

La especialista explica que el sueño cumple distintas funciones a lo largo de la noche y que no todas las horas de descanso son iguales. Durante la primera mitad, el cuerpo lleva a cabo la reparación física ya que se reduce la presión arterial, se fortalece el sistema inmunológico y se regeneran los tejidos. Pero es en la segunda mitad de la noche cuando se activan los procesos más delicados, aquellos relacionados con la mente y las emociones. “En ese tramo final”, señala Roure, “reparamos la parte cognitiva y emocional. Es ahí donde el cerebro organiza lo aprendido, procesa las experiencias del día y regula nuestro estado anímico”.

Precisamente por eso, explica, las dos últimas horas de sueño son las más valiosas y también las más olvidadas. Quienes interrumpen su descanso de forma sistemática están privando al cerebro de una fase fundamental. “En esas horas finales reponemos las llamadas habilidades blandas, esas capacidades que hoy son tan demandadas en el ámbito profesional: la creatividad, la empatía, la toma de decisiones o la resolución de problemas”, afirma.

Roure recuerda que la falta de sueño no solo afecta a la productividad, sino también a la salud mental y emocional. Dormir poco deteriora la atención sostenida, la memoria de trabajo y la capacidad para mantener la calma ante situaciones de estrés. “Nos creemos más resistentes de lo que somos”, añade, “pero cuando dormimos menos de lo que el cuerpo necesita, empezamos a notar irritabilidad, falta de concentración y menor tolerancia a la frustración”.

Durante años, la cultura del esfuerzo ha glorificado la idea de que dormir poco es sinónimo de éxito. Según Roure, esa percepción empieza a cambiar a medida que se difunden los hallazgos científicos sobre el sueño. Los estudios demuestran que un adulto necesita entre siete y nueve horas diarias para mantener un funcionamiento cognitivo y emocional óptimo. Sin embargo, buena parte de la población sigue creyendo que puede rendir igual durmiendo la mitad.

“Dormir no es una pérdida de tiempo, sino una inversión en bienestar y productividad”, insiste la especialista. El descanso, explica, actúa como una especie de mantenimiento nocturno que permite al cerebro limpiar residuos neuronales, consolidar la memoria y preparar el sistema nervioso para un nuevo día. Sin ese proceso, el rendimiento se deteriora y el equilibrio emocional se desestabiliza.

Para Roure, dormir bien no significa solo descansar profundamente, sino también hacerlo el tiempo necesario. “No se trata únicamente de calidad, sino de cantidad”, recalca. “Si queremos rendir, concentrarnos y tener una buena capacidad emocional, debemos permitir que el ciclo del sueño se complete”.