Cómo lavar ropa con manchas difíciles sin frotar demasiado

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Lavar la ropa con manchas difíciles puede convertirse en una de las tareas más frustrantes del hogar. Entre los restos de comida, vino, sudor o maquillaje, muchas veces terminamos frotando con tanta fuerza que dañamos los tejidos o perdemos el color original de las prendas. Sin embargo, existen métodos más eficaces —y menos agresivos— para eliminar las manchas sin necesidad de maltratar la ropa. Expertos en cuidado textil coinciden en que el secreto está en pretratar adecuadamente, elegir los productos correctos y actuar con rapidez.

El primer paso es identificar el tipo de mancha. No todas requieren el mismo tratamiento: las manchas de grasa o aceite necesitan productos con poder desengrasante, mientras que las de vino o café se eliminan mejor con agentes oxigenados o enzimas. Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), lo ideal es actuar cuanto antes: “Cuanto más tiempo pase, más se fijará la mancha al tejido”, explican. Por eso, antes de meter la prenda en la lavadora, conviene aplicar un quitamanchas específico o preparar una mezcla casera con ingredientes como bicarbonato, vinagre blanco o jabón neutro.

Una de las fórmulas más efectivas para manchas de comida o sudor es mezclar una cucharada de bicarbonato con un poco de agua oxigenada y jabón líquido, aplicar sobre la zona afectada y dejar actuar unos minutos antes del lavado. En el caso de las manchas de vino, el truco clásico de cubrir con sal o maicena sigue funcionando, ya que absorbe parte del líquido y evita que se extienda. Después, basta con lavar la prenda en agua fría.

Otro consejo importante es evitar frotar con fuerza. Aunque parezca que así la mancha se elimina más rápido, lo que realmente ocurre es que el tejido se desgasta y los pigmentos se fijan más profundamente. Los expertos recomiendan sustituir el frotado por ligeros toques o pequeños movimientos circulares con un cepillo suave, sobre todo en tejidos delicados como la seda, el lino o la lana.

La temperatura del agua también influye en el resultado. El agua fría es ideal para manchas de sangre, leche o huevo, mientras que el agua tibia o caliente ayuda con las manchas de grasa o salsas, siempre que el tejido lo permita. En cualquier caso, es fundamental leer las etiquetas antes de aplicar calor, ya que algunas prendas pueden encoger o perder color.

Finalmente, si la mancha persiste después del primer lavado, no seques la prenda todavía. El calor de la secadora puede fijarla de forma irreversible. Es mejor repetir el tratamiento o dejarla en remojo con un poco de detergente y vinagre antes de volver a lavarla.