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El gesto imposible de evitar que nos delata cuando estamos inseguros, según la psicología
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EL GESTO DELATADOR

El gesto imposible de evitar que nos delata cuando estamos inseguros, según la psicología

Por mucho que intentemos evitarlo o demostrar confianza en uno mismo, hay momentos que nuestro cuerpo desvela que no estamos tan seguros como nos gustaría

Foto: El gesto imposible de disimular que desvela inseguridad. (Pexels)
El gesto imposible de disimular que desvela inseguridad. (Pexels)

Todos hemos estado ahí: una entrevista importante, una cita que nos pone nerviosos o una reunión en la que queremos dar la mejor impresión. Creemos mantener la compostura, sonreímos, asentimos con seguridad... pero nuestro cuerpo dice otra cosa. Y es que, según los expertos en lenguaje corporal, hay un gesto tan pequeño como revelador que deja al descubierto la inseguridad aunque intentemos disimularla.

La psicología del comportamiento lo confirma: tocarse el cuello o la zona de la clavícula es uno de los movimientos más comunes cuando sentimos inseguridad. Este gesto, muchas veces inconsciente, aparece en momentos de tensión, duda o incomodidad. No se trata solo de un tic, sino de una forma de ‘autoconsuelo’ con la que el cuerpo busca calmarse ante una situación que percibe como amenazante. Los especialistas lo explican de forma sencilla: al tocar esta zona, rica en terminaciones nerviosas, se genera una sensación de alivio similar a la de un gesto protector. Es una manera sutil de decir “todo está bien”, aunque por dentro estemos dudando.

placeholder Ponernos la mano en el cuello demuestra inseguridad. (Pexels/Ba Tik)
Ponernos la mano en el cuello demuestra inseguridad. (Pexels/Ba Tik)

El lenguaje corporal representa más del 70% de la comunicación no verbal, según diversos estudios. Esto significa que, incluso sin abrir la boca, transmitimos emociones, intenciones y niveles de confianza. Y cuando nos sentimos vulnerables, el cuerpo se adelanta. Este tipo de gestos ‘autocalmantes’ —como frotarse el cuello, tocarse el pelo o jugar con un collar— son respuestas automáticas ante la inseguridad. Además, solemos hacerlos con frecuencia en entornos sociales o laborales donde sentimos que estamos siendo evaluados.

Estos gestos podemos aprender a gestionarlos a través de la respiración consciente; adoptando una postura abierta como manteniendo los hombros hacia atrás y la cabeza erguida o entrenando la autoconfianza, recordando nuestros propios logros antes de una situación desafiantes. Más allá de la apariencia, estos pequeños gestos nos recuerdan algo esencial: todos sentimos inseguridad en algún momento. Y aunque nuestro cuerpo pueda delatarnos, también nos ofrece las herramientas para reconectar con nosotros mismos. La próxima vez que nos descubramos tocándonos el cuello en mitad de una conversación importante, no debemos castigarnos: solo estás intentando calmarnos… y eso también es una forma de cuidar de nosotros.

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