Con la llegada del otoño y el descenso de las temperaturas, los ventiladores dejan de ser imprescindibles y llega el momento de guardarlos hasta el próximo verano. Pero hacerlo sin una limpieza adecuada puede acortar su vida útil, acumular polvo y provocar que no funcionen correctamente cuando vuelva el calor. Limpiar y almacenar bien estos aparatos es fundamental para mantener su rendimiento y garantizar un uso seguro el año siguiente.
El primer paso antes de comenzar cualquier limpieza es desenchufar el ventilador. Parece obvio, pero es esencial para evitar accidentes. Una vez desconectado, hay que desmontar las rejillas y las aspas, siguiendo las indicaciones del fabricante. En la mayoría de los modelos basta con girar una pestaña o soltar un cierre para acceder al interior.
El ventilador, si se combina con una piel mojada, sí funciona como refrigerante. (Pexels/ Ronit Shaked)
La limpieza de las aspas es clave. Con el uso continuo, acumulan polvo y grasa, lo que puede alterar la velocidad del aire y generar ruidos. Se recomienda limpiarlas con un paño húmedo y un poco de jabón neutro o vinagre blanco diluido en agua. Si están muy sucias, se pueden sumergir unos minutos en agua templada con detergente y secarlas bien antes de volver a colocarlas.
Las rejillas protectoras también merecen atención. Son las zonas donde más se acumula el polvo del ambiente, por lo que conviene cepillarlas o aspirarlas antes de lavarlas. Si son metálicas, se pueden limpiar con agua y jabón y dejar secar completamente para evitar la oxidación. En el caso de los ventiladores de torre o de pie con motor cerrado, no se deben mojar las zonas eléctricas. Lo ideal es pasar un paño ligeramente humedecido por la carcasa exterior y eliminar el polvo del motor y las rendijas con un cepillo seco o aire comprimido. De esta manera se evita que la humedad penetre en el sistema.
El ventilador puede suponer un alivio pero no enfría. (Pexels/ Galvão Menacho)
Una vez limpio, el ventilador debe guardarse en un lugar seco y protegido del polvo. Si es posible, conviene cubrirlo con una bolsa de tela o una funda transpirable, ya que las bolsas plásticas pueden atrapar humedad y deteriorar las piezas metálicas. En los ventiladores de techo, basta con limpiarlos bien y cubrir las aspas con fundas de tela o papel para evitar la acumulación de suciedad durante el invierno.
También es recomendable no dejar los ventiladores conectados a la corriente eléctrica si no se van a usar durante meses. Este simple gesto ayuda a prevenir averías y reduce el consumo en modo de espera. Un mantenimiento sencillo al final de la temporada puede marcar la diferencia. Con una limpieza profunda y un buen almacenamiento, los ventiladores estarán listos para funcionar sin problemas cuando regrese el calor. Así, no solo se prolonga su vida útil, sino que también se garantiza un aire más limpio y un hogar más saludable el próximo verano.
Con la llegada del otoño y el descenso de las temperaturas, los ventiladores dejan de ser imprescindibles y llega el momento de guardarlos hasta el próximo verano. Pero hacerlo sin una limpieza adecuada puede acortar su vida útil, acumular polvo y provocar que no funcionen correctamente cuando vuelva el calor. Limpiar y almacenar bien estos aparatos es fundamental para mantener su rendimiento y garantizar un uso seguro el año siguiente.