Claudia Nicolasa, psicóloga: "La envidia en las amistades no se muestra con ataque, sino con miradas o comentarios que restan valor"
La psicóloga analiza cómo este sentimiento puede aparecer de forma sutil en las relaciones más cercanas y qué hay detrás de quienes se sienten incómodos ante la felicidad ajena
Claudia Nicolasa en el pódcast de ZZen (YouTube/@zzenlabs)
Cuando algo nos sale bien como, por ejemplo, un ascenso, una nueva relación o simplemente una buena racha, esperamos compartirlo con alegría entre amigos. Sin embargo, no siempre todas las reacciones son tan entusiastas como imaginamos. La envidia puede que no se note a primera vista, pero puede aparecer en silencios, miradas que se apartan o en frases que hacen pequeño lo que debería celebrarse.
La psicóloga y divulgadora Claudia Nicolasa ha querido hablar de la envidia que se cuela en muchas amistades. Explica que hay personas que viven la comparación con los demás como una amenaza. Se sienten seguras solo cuando el otro brilla menos y, para lograrlo, tienden a minimizar los logros ajenos o a mostrarse indiferentes.
Nicolasa lo relaciona con lo que llama narcisismo vulnerable, una forma de inseguridad que se disfraza de frialdad o crítica. Según cuenta, este patrón puede hacer que quien lo sufre acabe callando sus propias alegrías. “Te sientes culpable cuando te van bien las cosas porque parece que sus problemas le duelen más”, explica.
No estás exagerando, estás protegiéndote
Con el tiempo, esa culpa lleva a ocultar los avances personales para no generar incomodidad. “Empiezas a callarte tus logros y tus ilusiones, no porque no quieras compartirlos, sino porque intentas protegerte de su reacción pasivo-agresiva”, comenta la psicóloga.
La especialista advierte que estos comportamientos no siempre son conscientes ni intencionadas. Muchas veces, dice, la persona envidiosa “no busca hacerte daño”, sino que reacciona desde su propia inseguridad. Pero eso no significa que haya que tolerarlo: “Que un ser querido viva atrapado en sus conflictos emocionales no significa que debas reforzarlos”.
Una amistad incondicional la que ofrecen estos signos. (Pexels)
Según Nicolasa, quienes tienden a este tipo de actitudes suelen necesitar que los demás les den la razón o permanezcan en silencio “para evitar hacerles daño”. Sin embargo, ese gesto de cuidado mal entendido solo perpetúa la dinámica. Las amistades sanas no se construyen desde la competencia ni desde la necesidad de apagar al otro. Una amistad auténtica se alegra del brillo ajeno y celebra sin miedo los logros compartidos.
Cuando algo nos sale bien como, por ejemplo, un ascenso, una nueva relación o simplemente una buena racha, esperamos compartirlo con alegría entre amigos. Sin embargo, no siempre todas las reacciones son tan entusiastas como imaginamos. La envidia puede que no se note a primera vista, pero puede aparecer en silencios, miradas que se apartan o en frases que hacen pequeño lo que debería celebrarse.