Los medios contra el paciente esquizofrénico

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@Javier Sánchez - 23/04/2008

Los medios contra el paciente esquizofrénico
 Russell Crowe, como John Nash en 'Una mente maravillosa'.

Estos ojos que no han visto arder navas más allá de Orión, han visto a cambio las cuencas vacías de un paciente esquizofrénico porque en medio de su brote se había arrancado los ojos. Su explicación: había pecado con ellos, había albergado deseos sexuales hacia su madre, y haciendo caso de la admonición bíblica se había arrancado con una cuchara aquello con lo que había pecado.

Estos ojos, que no son sino ojos corrientes, han visto desangrarse a una paciente esquizofrénica de origen nigeriano, incapaz de comunicarse en nuestra lengua, que se había acuchillado el vientre embarazado porque albergaba la ideación delirante de que el equivalente africano a Asmodeo, el demonio de la lujuria, la había poseído.

Estos ojos que se fundirán como las propias lágrimas de los que ya están hechos con la lluvia de muchas otras lágrimas han visto a un paciente correr y saltar a través de una puerta de cristal, seccionándose el tórax con el cristal, cuando en medio de una crisis psicótica huía de los vigilantes de seguridad que intentaban contenerlo para poder administrarle el tratamiento.

También estos ojos han visto madres amedrentadas por hijos diagnosticados de esquizofrenia. No sé si muchas o pocas, pero las he visto. Muchas menos que madres de adictos a sustancias, mujeres de alcohólicos o de psicópatas o de maltratadores. En la consulta psiquiátrica, la violencia ligada a la esquizofrenia es dolorosa, sobresalta y debe generar reacciones proporcionadas. Es necesario dotar a los profesionales de herramientas y recursos para casos concretos, hasta ahí perfecto.

Sin embargo, gran parte de ello tiene que ver con la incomprensión de la enfermedad y esa parafernalia que a los medios gusta tanto destacar, haciendo de la noticia emoción cuantificable en cuota de pantalla, y cuota de pantalla cuantificable en dividendos. Lo escabroso complementa a lo incomprensible y pega los espectadores a la pantalla como ladillas, pero no genera una mayor aceptación del sujeto con enfermedad mental grave, no facilita su integración laboral y social, ni dota de recursos.

Entre los fundamentos de los medios de comunicación debe estar la denuncia de realidades, encomiable papel el de ser ojo vigilante de los poderosos y de las injusticias, pero cuando su mirada se pervierte en voyeurismo y su efecto secundario es la estigmatización de los más débiles pierden su validez y veracidad. Mirar más y más compasivamente, para que el ojo que mira no sea el ojo que acusa.

*Javier Sánchez es psiquiatra.
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