Gisela da nuevos datos sobre su ingreso en el hospital en pleno embarazo

La cantante, que era ingresada este fin de semana en el hospital, tranquilizaba a sus seguidores con la última hora. Explicaba Gisela que ha sido ingresada por un cólico nefrítico y quería agradecer los mensajes de ánimo y preocupación recibidos. "Lo primero que quería hacer es tranquilizaros", comenzaba, para proseguir explicando que tiene "una piedra en el riñón" que "tiene que salir de alguna manera".

Lo complejo de su situación es que, al estar embarazada, "el cuadro se complica" porque no te pueden medicar como a cualquier otro paciente. Aseguraba la cantante que "se pasa muy mal" porque "es muy doloroso", pero también contaba que está "muy bien controlada, cuidada y medicada", lo que la mantiene tranquila, aunque no deje de ser "algo complicado y dolorosísimo".

La catalana era ingresada el pasado sábado al sufrir grandes molestias en su quinto mes de embarazo. Antes de dirigirse al hospital ya había explicado en sus redes sociales que no se encontraba bien y que estaba teniendo "un día regular, tirando a mal" a causa de una piedra en el riñón que le estaba dando "problemas".

Muy emocionada, la cantante había anunciado el pasado mes de noviembre que se había quedado embarazada después de cinco años intentándolo tras un largo proceso. A sus 44 años, reconocía que había sufrido dos abortos y por eso, desde que dio positivo en el test de embarazo, ha tenido miedo a hacerse ilusiones por si algo pudiera ir mal en algún momento.

El cólico nada tiene que ver con la marcha de su embarazo, pero sí es cierto que Gisela se mostraba algo decaída durante el fin de semana. Tras hacerle varias pruebas, se quedaba mucho más tranquila. La cantante está embarazada de su primer hijo, fruto de su relación con José Ángel Ortega.

Un embarazo muy deseado que le ha costado mucho. Decía antes de ingresar en el hospital a sus seguidores que una piedra en el riñón le estaba dando problemas. "Solo me faltaba eso", se quejaba visiblemente agotada emocionalmente con los ojos llorosos. El dolor la tenía exhausta y se lamentaba de no poder tener ni "una semana tranquilita", aunque reconocía que "las hormonas no ayudan tampoco".