Carla Hinojosa: “Parece que expongo todo, pero en realidad enseño un 5% de mi vida”

Carla Hinojosa (@carlahinojosar) es una de las creadoras de contenido más consolidadas de nuestro país. Con más de 300.000 seguidores en Instagram y una trayectoria que empezó cuando el término influencer aún no existía, ha sabido construir una comunidad fiel sin dejarse arrastrar por las tendencias pasajeras. Periodista y publicitaria de formación, hija de empresarios del sector de la moda y con más de una década de experiencia en la industria, Carla representa un perfil distinto: el de la mujer adulta que ha hecho de las redes un altavoz profesional y no una simple pasarela de likes. “Para mí nunca ha existido esa diatriba con los medios digitales”, asegura al inicio de la conversación. “Todo es periodismo y todo te posiciona. Llegarás a un público a través del papel y a otro a través del digital. Yo utilizo lo digital para llegar a mi comunidad, y ahora empiezo un nuevo proyecto en un medio como Vanitatis que me permite que más gente me conozca y, al mismo tiempo, también dar valor al medio. Es un intercambio positivo en ambas direcciones”.

Antes de dedicarse por completo a su faceta digital, trabajó en una publicación femenina en Barcelona, pasó una temporada en Milán y luego regresó ilusionada a incorporarse al negocio familiar. Mientras estudiaba en la cuidad italiana, descubrió Instagram en 2012. Sus padres se resistían a que mostrara su ropa o su vida, pero ella se mantuvo firme: “Me acuerdo de sentarme en la mesa a la hora de comer y decir que era el momento de publicar. Para mis padres era incomprensible, pero yo sentía que había que hacerlo”. Ahora vive en Madrid, aunque echa de menos Barcelona: “Mi pareja me ha propuesto pasar una temporada allí y le he dicho que sí. La idea de recuperar esa parte de mi vida me ilusiona”.

“Soy influencer”

P: Te has llamado a ti misma influencer. ¿No es un término que muchas rehúyen?

R: Es que no voy a renegar de lo que me da de comer. Influyo desde que esto empezó, incluso antes de que existiese el término. No soy la caricatura de lo que se entiende por influencer: alguien que viaja gratis y se hace cuatro fotos. Trabajo muchísimas horas al día. Creadora de contenido, influencer… al final es lo mismo. Y sí, lo soy.

Carla no teme usar la palabra que tantas colegas evitan. Su visión es clara: ser influencer no es postureo, es un trabajo que exige disciplina, visión y horas de dedicación. Su objetivo es influir desde un lugar sano: transmitir valores, fomentar la importancia de la educación, enseñar a invertir en moda con cabeza y mostrar que hay un esfuerzo real detrás de cada publicación.

“Intento transmitir que tener estudios es clave, que no se trata de dejar la universidad por abrir un canal en redes. Yo empecé cuando acabé la carrera. Esa base me ha permitido evolucionar con criterio”, afirma.

Su pasión por la moda nació en casa. Desde niña acompañaba a sus padres a desfiles y ferias, absorbiendo la estética, el lenguaje y el valor de las prendas bien hechas. “Cuando tocas la moda desde dentro la entiendes diferente y sobre todo la valoras. Yo apuesto por primeras marcas porque sé lo que hay detrás: artesanía, historia, background”, reflexiona y nos cuenta que recibe feedback positivo cuando da valor e historia a las prendas que lleva por parte de sus seguidoras.

Madurez y comunidad

Con 34 años, Carla se ha curtido en un sector volátil en el que mantenerse es casi más difícil que llegar. Y lo ha hecho sin sucumbir a tendencias como los bailes de TikTok o los challenges virales. “No me veo cantando o bailando, no es lo que me representa. Mi público espera otra cosa de mí. Mantenerse sin seguir las modas pasajeras es complicado, pero es lo que me permite seguir conectada con los míos después de tanto tiempo”.

Su relación con los seguidores es de confianza adulta. No vive pendiente de las métricas: “No me afecta perder 2.000 o 3.000 seguidores en verano cuando subo fotos en bikini. Lo que me importa es que los que están de siempre sigan conectados conmigo”. La serenidad le llegó con la experiencia. “Cuando me divorcié, a los 27, lo pasé fatal por las críticas. Hoy muestro lo que quiero y como quiero. Parece que expongo todo, pero en realidad enseño un 5% de mi vida. Y esa distancia me da tranquilidad”.

Estilo propio

A la hora de hablar de moda, Carla es difícil de encasillar. “No tengo un estilo fijo. Hoy puedo ir con un traje masculino básico y mañana con plumas, lentejuelas y transparencias, todo junto. Depende de mi mood, pero siempre busco no pasar desapercibida”.

Entre las piezas más icónicas de su armario cita un traje de Saint Laurent, unos zapatos de Prada con plumas rojas, una baguette de lentejuelas, un Birkin y una falda naranja de Redondo Brand con plumas que combina sin pudor con sudaderas para la oficina. “Me visto en dos minutos cada mañana, lo tengo clarísimo. Pero necesito divertirme y que el look tenga fuerza”.

Lo que veremos en Vanitatis

Ahora empieza una nueva etapa con Vanitatis quiere ser un escaparate diferente, más reflexivo: “He dudado en qué mostrar, pero cuando expliqué por qué prefiero invertir en prendas de calidad en lugar de fast fashion recibí más de mil preguntas. Me encantaría seguir por esa línea: hablar del valor real de la moda, de lo que hay detrás de un shooting, de cómo se construye un día a día en este trabajo”.

Su historia es la de una mujer que ha sabido adaptarse sin perder su esencia, que no busca la viralidad fácil y que quiere que la moda se entienda desde el respeto y el conocimiento. En un ecosistema donde los números parecen dictarlo todo, ella pone el acento en la autenticidad, en la conexión y en la profesionalidad.

“Soy influencer y no voy a renegar de lo que me da de comer”, sentencia. Y en esa declaración se resume su filosofía: aceptar lo que es, reivindicarlo con orgullo y demostrar que ser influencer puede ser, también, una carrera seria y sólida.

Agradecimientos: Four Seasons