Un recorrido por los cotos de caza favoritos de empresarios, aristócratas y royals

Comienza la cuenta atrás para la época de berrea. Lejos quedaron los días de yate y sol en Saint Tropez o Sotogrande. La jet set ya prepara sus escopetas para la temporada de caza. Pero, ¿cuáles son los cotos privados en los que se pierden royals, aristócratas y las grandes fortunas del país? Vanitatis ha dibujado, con a ayuda de Vanity Fair, el itinerario por las fincas con más solera por hectárea de la geografía patria, en las que lo mismo un día es posible ver al Rey abatiendo a un corzo o a Elena Cué, la enigmática esposa de Alberto Cortina, disparando a un pichón.

Juan Abelló puede presumir de ser uno de los mayores terratenientes del país, con cerca de 40.000 hectáreas en su haber, de contar con relevantes personalidades en sus monterías y también de ser una de las mejores escopetas nacionales. Aunque es íntimo de Su Majestad desde la noche de los tiempos, el empresario de Sacyr es la peor pesadilla de don Juan Carlos en plena faena, ya que hace tiempo le quitó el récord por haber cazado al venado más grande. Ahora son unos auténticos rivales rifle en mano. Las fincas más importantes de Abelló son Dehesa del Lobillo en Alhambra (Ciudad Real) y Las Navas en los Yébenes (Toledo).

En Los Alarcones, la finca de 8.900 hectáreas que el ganadero Samuel Flores posee en Andújar (Jaén), el jefe del Estado abatió en 2002 el venado que le situó a la cabeza de la lista de los mejores cazadores. En este coto, Flores, el hombre que más propiedades ha acumulado en España por delante de la duquesa de Alba y detrás de Abelló, se dan cita habitualmente el torero Enrique Ponce o Adolfo Suárez Illana, hijo del expresidente del Gobierno que está casado con una de sus hijas. Destacar también que los predios de más de 6.000 hectáreas de Alberto Cortina y Elena Cué en Las Cuevas, ubicada en Navas de Estena (Ciudad Real). Federico Trillo es uno de sus asiduos. El exministro no teme a Cué, excampeona de España de tiro de pichón, que se retiró de la competición cuando conoció con 24 años a su marido.

Alonso Álvarez de Toledo y Urquijo, marqués de Valdueza y amigo de la infancia del Rey, es uno de los cazadores con pedigrí más activos del panorama. Posee La Azagala, de 7.000 hectáreas, en Alburquerque (Badajoz) y Perales, en Mérida. Al igual que José María Finat y Riva, actual conde de Finat, que gestiona la explotación cinegética de El Castañar en Mazarambroz (Toledo), donde el Rey mató a su primer jabalí en 1949. Por su parte, en Valero, la finca de 4.600 que el marqués de Cubas tiene en Montfragüe (Cáceres), han practicado el tiro desde nobles a políticos, empresarios e importantes millonarios. Como en La Flamenca, en Aranjuez, cuyo dueño es Manuel Falcó, duque de Fernán Núñez, donde se dan cita desde Isidoro Álvarez, Fernández Tapias o Álvarez Cascos.

Sin embargo, aunque no figura en la exclusiva lista de cazadores vip, a Emilio Botín también le gusta engrasar su escopeta en época de berrea. El Castaño y sus 6.800 hectáreas, en Luciana (Ciudad Real), ofrecen el marco perfecto. Además, un aeródromo, diez torres de vigilancia y una importante variedad de venados, jabalíes y corzos hacen el resto. Pero, además de los españoles más influyentes, desde que Alfonso XIII invitara al káiser alemán no han dejado de aterrizar importantes personajes en España.

Como Gerald Grosvenor, sexto duque de Westminster y una de las grandes fortunas de todo el mundo. Posee La Garganta, una finca de 12.00 hectáreas en Fuencaliente (Ciudad Real), donde cada invierno llegan banqueros, empresarios o miembros de casas reales como Carolina de Mónaco. La hija de Rainiero de Mónaco y Grace Kelly ha cazado, al igual que George Bush padre, perdiz roja en Los Llanos, finca propiedad de Bárbara Gutiérrez Maturana, marquesa viuda de Paúl, que también fabrica vino, quesos y aceite. Además es asidua a la finca de Carlos Llanza en Guadalajara, donde también practican desde Francis Franco a los duques de Luxemburgo, y a Las Golondrinas, en Torremocha (Cáceres), que explota Fernando Díaz de Bustamante. Al final del día, a la princesa triste le gusta bailar flamenco.

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