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El afeitado no tiene por qué ser un suplicio
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SALUD Y BELLEZA

El afeitado no tiene por qué ser un suplicio

Afeitarse puede ser un suplicio. Muchos hombres temen el momento diario de enfrentar su cara a la acción de las cuchillas: el vello de la barba

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El afeitado no tiene por qué ser un suplicio

Afeitarse puede ser un suplicio. Muchos hombres temen el momento diario de enfrentar su cara a la acción de las cuchillas: el vello de la barba crece un tercio de milímetro cada día y ensombrece el rostro. La piel sufre con cada rasurado, por lo que dedicarle un poco más de atención significa practicar el amor propio en su más pura esencia. Y si no está seguro, piense en la siguiente frase y continúe leyendo: “No hay segundas oportunidades para las primeras impresiones”.

El agua no es suficiente para limpiar la piel del hombre moderno. Los jabones tradicionales sólo hacen espuma y lo único que logran en la piel es resecarla y agrietarla. Un gel limpiador es la solución ideal: tras humedecer la piel, la limpieza consigue que el rostro se presente más terso, y permite a los poros transpirar de un modo correcto.

A continuación, el afeitado. ¿Húmedo o en seco? Una de las grandes controversias en torno al rasurado se encuentra en este punto. Lo cierto es que la máquina eléctrica es más rápida y fácil de usar, pero también puede dejar más imperfecciones en el rostro. La cuchilla, por el contrario, consume más tiempo, pero también es más precisa.

¿Sabe usted que un hombre que se afeita con cuchilla invierte 4.000 horas de su vida (más de 166 días, esto es, más de medio año) eliminando el vello de su cara? Es mucho tiempo, pero bien invertido. Para usar cuchillas resulta recomendable proceder al afeitado tras la ducha y no antes: de este modo, damos a los poros tiempo para abrirse, gracias a la acción del vapor y el agua caliente, y el afeitado será más apurado.

¿Cómo hacerlo? El ritual debe seguir unos pasos, y resulta más efectivo si estos se realizan en orden: Primero, las mejillas, los laterales del rostro y el cuello. A continuación, la barbilla y el contorno de los labios. De este modo, el vello de esta zona, que suele ser el que crece más fuerte y duro, tiene tiempo de reblandecerse gracias a la acción del gel.

Llega el momento del after shave. Hay muchos hombres que en los últimos años han sustituido las tradicionales lociones para después del afeitado por bálsamos sin alcohol, que no provocan tanto dolor en el momento de la aplicación, e incluso por cremas hidratantes. En este sentido, el aloe vera es una opción recomendable debido a su amplio poder cicatrizante, regenerador e hidratante.

Afeitarse puede ser un suplicio. Muchos hombres temen el momento diario de enfrentar su cara a la acción de las cuchillas: el vello de la barba crece un tercio de milímetro cada día y ensombrece el rostro. La piel sufre con cada rasurado, por lo que dedicarle un poco más de atención significa practicar el amor propio en su más pura esencia. Y si no está seguro, piense en la siguiente frase y continúe leyendo: “No hay segundas oportunidades para las primeras impresiones”.