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Isabel II: desvelamos todos los secretos del armario de la reina de Reino Unido

La reina de Inglaterra tiene muy claras sus filias y sus fobias de estilo. Sabe lo que le gusta (su eterno bolso Launer) y lo que detesta

El sombrero, los abrigos, los trajes de chaqueta... Todo tiene que estar 'engamado' exactamente en el mismo tono. De ayudarla a seleccionarlo se encarga personalmente Angela Kelly, su 'vestidora' (y, probablemente su mejor amiga) desde hace 19 años.

No disminuye con los años. Más bien al contrario. En lo que va de 2016 ha elegido fucsias, verdes, amarillos, azules y rojos por encima de cualquier otra opción. Por cierto, las mangas de sus chaquetas son ligeramente más cortas para que nunca tenga que pasar el mal rato de que acaben dentro de la sopa cuando come.

Nunca se ha arredrado ante los colores incandescentes; más bien al contrario, parece que se crece con ellos. Un equipo de 15 personas lo arregla y organiza todo bajo la supervisión de Kelly.

Su estilista durante 11 años, Stewart Parvin, le explicó al 'Sunday Times' que la razón de que se elijan estos colores tan chillones para su vestuario es que todos su súbditos puedan distinguirla bien desde cualquier distancia en cada una de sus apariciones públicas.

Parvin también contó que en palacio se lleva a cabo un pormenorizado archivo de todo lo que la reina viste con fecha, detalles de todas las prendas y evento en cuestión para que no repita vestuario.

Por lo visto, todos los colores tienen un código en clave para identificarlos que solo conoce el personal de su vestuario. Por ejemplo, este amarillo claro lo denominan Buttercup.

El motivo de 'print' más genuinamente británico es uno de los favoritos de la reina. Y lo luce siempre que tiene ocasión. Esta es su versión vestido de interior.

Y esta, en exterior. Y en combinación con otro tono. El detalle del ribeteado de la chaqueta en el mismo 'print' verde del vestido interior no tiene desperdicio.

Norman Hartnell se encargó de crear su vestido de novia y algunos de los espectaculares modelitos que lució en bailes y salones de la época.

El otro nombre importante en su trayectoria fashion es Hardy Amies, que se encargaba de su vestuario diurno.

Es un estilo de los años cincuenta, que, aproximadamente, es la década en la que estableció cómo quería que su peluquero la peinara. Con muy pocas modificaciones, así sigue desde entonces. De arreglárselo desde hace 15 años se hace cargo Ian Carmichael. Quien quiera probar las bondades de sus tijeras lo puede encontrar en la peluquería Royston Blythe del hotel Dorchester de Londres.

Forman parte del vestuario de protocolo habitual y nunca se la ve en público sin ellos. Desde 1947 se los hacen a medida en la firma familiar Cornelia James Ltd.

No se los quita ni para brindar. Y eso que 'The Telegraph' calculó una vez que aprieta más de 44.000 manos cada año. Por favor, si se la cruzan, hagan el favor de mantener las formas. Si ella no hace el ademán de saludar, no deben adelantarse a hacerlo ustedes.

Aunque tenemos la prueba de que se los quita para firmar. También se deshace de ellos para comer y para pasear por el campo.

.Aunque cuenta con joyas míticas, como el collar que le regaló el emir de Qatar en 1953 o el que es obsequio de su abuelo, el rey Jorge V, también tiene uno de tres vueltas que se mandó hacer nada más ascender al trono con perlas de la familia y que lleva más de 60 años poniéndose de forma habitual.

Este de dos vueltas es en realidad dos collares llevados juntos: el más corto tiene 46 perlas, se lo conoce como 'el collar de la reina Ana' y se dice que perteneció a la última monarca de los Estuardo. El más largo tiene 50 perlas y responde al nombre de 'collar de la reina Carolina'. Se creó para la consorte del rey Jorge II. El broche que lleva es la estrella de Lady Jardine, una joya victoriana con ocho puntas de diamantes.

Tiene uno para cada día del año. Y, como sucede con las joyas de herencia familiar, todos tienen algún significado para ella. Este era de su progenitora, la reina madre, y tiene forma de concha con una perla en el centro. Su nombre oficial es Courtauld Thomsen Scallop-Shell.

Este es el conocido como 'lazo de la reina Victoria' y es uno de los que más veces ha lucido.

Para combinar con un abrigo malva, la reina eligió un broche de zafiros que el príncipe Alberto le regaló a la reina Victoria la noche anterior a su boda. El zafiro está rodeado por doce diamantes.

Para conmemorar el centenario del comienzo de la Primera Guerra Mundial, Isabel II se prendió un broche de amapolas rojas en la solapa. Era un homenaje muy común de los británicos a la sangre de sus jóvenes paisanos caídos en combate en aquella conflagración.

PENDIENTES. Los que lleva se conocen como Girandole y pertenecieron a la reina Victoria.

Y si se hace en Escocia deber ser, por supuesto, acompañada de una manta de cuadros escoceses, y un marido y un hijo flanqueándola a cada lado con el kilt y las medias de lana correspondientes.

Además de la impresionante carroza dorada, que solo saca a pasear en momentos importantes, como su coronación. Normalmente desfila en este carruaje cerrado de madera negra lacada con filigranas doradas.

Para montarse en las carrozas descubiertas elige siempre colores más vivos, como este fucsia intenso que vistió en las carreras de Ascot del año pasado. La idea es que sus súbditos la puedan distinguir aunque sea desde lejos gracias al sombrero.

Son su seña de identidad. Nunca sale a la calle sin ellos. Dice la historiografía que su cabeza ha vestido más de 5.000 en toda su vida.

Su sombrerero de cabecera desde 1990 es Philip Somerville. Los servicios de este creador neozelandés cuentan con el beneplácito de la reina y de muchas de las damas que acuden a las carreras de Ascot.

En los primeros años de reinado, Isabel II contaba con los diseños de la famosa sombrerera Simone Mirman.

En los años 60 intentó modernizarse con las creaciones esculturales de Sally Victor y también probó algunas opciones más extravagantes, como las de Frederic Fox.

Nunca jamás sale de visita oficial sin un Launer en la mano. Lo normal es que sea de charol negro con tapa y que lo lleve colgado del antebrazo. Pero se le han visto otras versiones. En tonos más claros y con apertura superior.

Sí, el de la boda de su nieto también era de Launer, pero en tono beis. La firma británica sacó en 2014 una colección inspirada en el bolso favorito de la reina. Lo hizo en colores vivos en lugar del negro habitual, y todavía hoy es un éxito de ventas.

Durante el Jubileo de Diamante (la conmemoración de sus 60 años en el trono), que tuvo lugar en 2012, se dio tanta información personal que hasta sabemos qué se esconde en el interior de su Launer: un espejo, una barra de labios, sus gafas de leer, un gancho para colgar el bolso en cualquier parte y un billete de cinco libras. No es por si se pierde, es para echar como donativo a la cesta de la iglesia.

Son casi siempre de charol negro (la boda de su nieto fue la excepción que confirma la regla) y desde hace 50 años se los hacen a medida en la firma Anello & Davide, con sede en South Kensington.

Hay un equipo de cuatro personas cuya misión es mantenerlos limpios y ordenados. Pero lo mejor es que hay una quinta persona de servicio, alguien que responde al sobrenombre de Cinders, que se dedica a usar los zapatos de la reina para darlos de sí y que luego no le aprieten cuando se los ponga para salir.

Tienen que ser transparentes para que sus súbitos puedan verla desde cualquier ángulo. Se los fabrica a medida la firma Fulton.

A estas alturas, suponemos que no resultará extraño que la reina haya pedido que el ribete de sus paraguas combine con sus 'outfits' a la perfección.

La más espectacular es la imperial del Estado, que se conserva, junto con las joyas de la Corona, en la Torre de Londres. Solo se traslada a Westminster para ceremonias oficiales.

A la que la reina demuestra más afecto es a la conocida como Girls of Great Britain and Ireland. Probablemente por su ligereza.

Representa a las muchachas del reino de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte y fue un regalo de bodas que recibió la reina Mary en 1893.

Su look 'off duty' se parece más al de cualquier abuela de su edad. Desde la falda de tablas por debajo de la rodilla a la camisa blanca abotonada.

También está la versión falda de cuadros escoceses y 'look' general de monja católica moderna.

Monta a caballo desde los cuatro años y es una de sus actividades más placenteras. De hecho, en una ocasión confesó que lo hacía para sentirse más humana. Por cierto, lo sigue haciendo a los 89 años.

Aunque es una apasionada de los chaquetones Barbour, cuando huye al castillo de Balmoral, en Escocia, su uniforme consiste en pañuelo anudado al cuello estilo campesina prusiana y gabardina hasta los tobillos.

Por si se preguntaban qué había debajo del gabán XXL, lo normal es que una combinación de falda, 'twin set' de jersey y cárdigan, y un chaleco de caza. El pañuelo es obligatorio en un clima tan desapacible.

Su amor por el pañuelo inspiró la colección de otoño-invierno 2008 de Dolce & Gabbana.

Y en los años 60 se atrevió con este look de 'print' animal con botines de ante hasta los tobillos que 50 años después puso otra vez de moda Kate Moss.

En realidad, la reina de Inglaterra nunca lleva gafas de sol. Pero el día que decide ponérselas es innegable su poderío.

HASTA LADY DI LA IMITABA. ¿Que la reina lleva vestido con lazada al cuello? Pues ella también ¿Que tocaba collar de perlas? Pues Diana también se plantaba las suyas. Esta historia de amor estilística no duró mucho, dicho sea de paso.

Son animales de compañía más que accesorios, pero no se puede negar su originalidad hasta en esa elección. Esta raza de perros de Gales es de los canes más antiguos de Gran Bretaña.

La obsesión de la familia real con esta raza de perros se inició en los años 30 y fue el padre de la reina quien compró el primero de una estirpe perruna de estatus real. Se llamaba Dookie.

 

La reina de Inglaterra tiene muy claras sus filias y sus fobias de estilo. Sabe lo que le gusta (su eterno bolso Launer) y lo que detesta (cualquier 'look' que combine en el mismo color menos de tres prendas). Se salta las normas a la torera y lleva más de 70 años demostrando que ser un icono significa estar muy por encima de las tendencias. Aprovechamos que cumple 90 años para repasar todos los detalles de su real vestuario

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