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Carla Bruni y todos los demás

Fue una de las grandes modelos del final del siglo XX, que ya es decir. En un momento de la década actual devino en referente de la nouvelle chanson y años después, a pesar de no haber sido nunca la Marianne que simboliza la República Francesa, ha acabado casada con su presidente y convertida en la mejor carta de presentación del país galo, algo que esta italiana de buena familia e intereses antaño alocados nunca habría podido imaginar. Carla Bruni ha centrado todas las miradas, desde las más plebeyas hasta las coronadas, en la cena de gala que han ofrecido los Reyes de España en honor del jefe del Estado al otro lado de los Pirineos. (Leer crónica)

El besamanos, momento en el que muchos han conocido a Carla Bruni, tuvo algo de emoción aunque ninguno de los invitados se sintió como los adolescentes que la semana pasada gritaban enloquecidos a la última estrella de Disney. Todos, como Mariano Rajoy, limitaron sus gestos de efusividad a los que las rígidas órdenes del protocolo permitían. Las conversaciones relajadas llegarían después.

El encuentro entre la princesa de Asturias y la primera dama de Francia se esperaba como una batalla en la cumbre entre mujeres que aparecen -más Carla que Letizia, aunque la princesa ha conseguido reseñas en destacadas revistas de moda- en las listas de las mujeres más elegantes del mundo. Las dos han mostrado estilos que coinciden en su discreción pero destacan por sus diferencias.

Carla Bruni ha lucido espectacular con un traje largo de terciopelo con la espalda al aire y el cabello recogido. La esposa de Sarkozy, acostumbrada a que las cámaras se fijen en cada uno de sus movimientos, ha dialogado relajadamente con don Juan Carlos, que se sentaba a su izquierda, mientras los fotógrafos convertían el momento en Historia contada.

Sonsoles Espinosa, esposa de José Luis Rodríguez Zapatero, no se prodiga demasiado en actos públicos con su marido, pero tampoco ella ha querido perderse la ocasión de cenar en el comedor del Palacio Real en compañía de la pareja presidencial francesa y un grupo de invitados (empresarios, creadores y políticos) que debían representar las fructíferas relaciones entre las dos laderas de los Pirineos. El presidente francés, dotado de un gen histriónico que hace las delicias de los fotógrafos, presentó una vez más a Zapatero y Bruni.

Los toros forman parte de las programaciones de festejos a los dos lados de la frontera y de hecho Nicolas Sarkozy es aficionado a las corridas. El emocionado era, en este caso, el político, por encontrarse con la mayor figura viva del toreo, Curro Romero, que acudió a la cena de gala con Carmen Tello. No fue el único matador: también Sebastián Castella, de origen francés, estaba invitado al Palacio Real.

Si alguien pudo juzgar el contenido de la cena en el Palacio Real ese ha sido Juan Mari Arzak. El cocinero vasco, precursor y maestro de la generación de chefs que ha colocado la gastronomía española a la altura de la francesa, fue uno de los invitados a la ceremonia del Palacio Real.

Entre el besamanos, los brindis y la cena tanto el rey como el presidente francés han ofrecido sendos discursos en los que han reafirmado la determinación de España y Francia de intensificar su cooperación frente al terrorismo y de avanzar hacia la puesta en marcha de los proyectos pendientes de interconexión transfronteriza pese a la crisis económica, informa la agencia Efe.

Hubo que pasar por el besamanos, escuchar los discursos y brindar entre todos y al final, llegó la cena de la que disfrutaron un selecto grupo de políticos (Ruiz Gallardón, Aguirre, Moratinos o Garmendia), empresarios (Botín o Díaz Ferrán) y personajes de diversos ámbitos como Beatriz de Orleans, Josep Maria Flotats o Eduardo Arroyo.

 
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