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Sexualidad y evolución I
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EL EROTICÓN

Sexualidad y evolución I

¿Por qué se dan con cierta frecuencia situaciones como las siguientes?: - Una persona que sólo pretendía tener una relación sexual esporádica, descubre que ha creado

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Sexualidad y evolución I

¿Por qué se dan con cierta frecuencia situaciones como las siguientes?:

- Una persona que sólo pretendía tener una relación sexual esporádica, descubre que ha creado algún tipo de vínculo afectivo con esa pareja que suponía ocasional;

- Otra persona descubre que encuentra mayor placer en los encuentros eróticos con personas con las que siente cierta cercanía emocional y por las que siente cierto afecto.

¿Por qué? Para comprender mejor al ser humano, y su erotismo, vamos a repasar algunos acontecimientos de nuestro pasado evolutivo.

La sexualidad de la especie humana

A lo largo del proceso de desarrollo y evolución de nuestra especie, la adopción de la postura bípeda (hace aproximadamente 4 millones de años) supuso una serie de cambios decisivos. Como consecuencia de este nuevo modo de locomoción, la anatomía de la hembra primate sufre importantes modificaciones: la pelvis se acorta y estrecha. También se estrecha el canal del parto. Se endurece considerablemente el cuello del útero para evitar que el feto caiga como consecuencia de la gravedad durante los meses de gestación.

Este hecho creó la necesidad de que las crías nacieran en un relativo estado de inmadurez que debía completarse en los años posteriores al nacimiento (hay que tener en cuenta que la capacidad craneal se había incrementado notablemente), para hacer posible el parto.

Por otra parte, los cambios ambientales exigieron una especie especialmente dotada para el aprendizaje, y ello requería también crías que maduraran lentamente. Dada la baja tasa reproductiva de la especie (entendiéndose por tasa reproductiva el número de crías en cada gestación), la supervivencia requería un adecuado cuidado de estas crías.

Esta necesidad de cuidado y atención de las crías precisaba de una estructura determinada que permitiera la supervivencia del grupo, al mismo tiempo que asegurara el cuidado y desarrollo adecuado de los más pequeños, inmaduros y desvalidos. Cabe señalar que otras especies optan por una estrategia distinta: poseen una tasa reproductiva muy elevada (tómese como ejemplo los peces, que ponen millones de huevos de una vez), para asegurar la supervivencia de un porcentaje de crías sin apenas cuidados parentales.

Algunas teorías afirman que como consecuencia de esta necesidad de cuidado de estas crías humanas tan inmaduras, surgieron dos tendencias:

• La creación de lazos afectivos y la aparición del “enamoramiento”, para asegurar la continuidad de la pareja durante el tiempo necesario para la crianza.

• La división y el reparto organizado de tareas: aparece la cooperación. Hembras y machos colaboran en el cuidado y la manutención de las crías.

Algunos autores señalan, por tanto, que el enamoramiento y los vínculos afectivos surgieron como consecuencia de la necesidad de mantener las parejas unidas durante procesos más o menos largos, para asegurar así la supervivencia de las crías inmaduras y desprotegidas. Uno de los elementos que contribuyó al mantenimiento de la pareja y al mantenimiento de estos lazos afectivos fue la sexualidad.

Una sexualidad que, debido en parte a los cambios producidos como consecuencia de la adopción de la marcha bípeda, se comienza a desvincular de la reproducción:

• Las manos quedan libres y se ponen al servicio de la sexualidad, posibilitando nuevas técnicas de estimulación y caricias (que con la postura cuadrúpeda eran imposibles). Estos cambios posibilitan además nuevas posiciones durante el coito (por ejemplo, de frente), en las que además adquieren gran importancia las miradas y el uso de las manos para acariciar. También se mantienen en los humanos algunas de las caricias presentes en los primates, de estimulación erótica con las manos (masturbación en solitario o en compañía...)

• La postura bípeda supone el acortamiento de los huesos de la pelvis en las hembras, lo que obliga al clítoris a desplazarse hacia la parte ventral y alejarse bastante de la entrada vaginal. Esto hace que la penetración por sí sola no asegure el orgasmo de la hembra, y que se mantengan con frecuencia relaciones diferentes al coito (masturbación mutua, sexo oral, estimulación del clítoris simultánea al coito, caricias…)

• La marcha bípeda también tiene como consecuencia los cambios en la alimentación: al quedar las manos libres para manipular y tratar los alimentos, no se requiere una mandíbula tan desarrollada lo que deja posibilidad al cráneo para desarrollarse considerablemente.

Los vínculos afectivos se hicieron así necesarios desde el punto de vista de la supervivencia de la especie. La sexualidad vino a convertirse pues en uno de los elementos fundamentales para crear y fomentar vínculos afectivos duraderos entre las parejas, que facilitaban, entre otras cuestiones, el cuidado de las crías cuando éstas eran aún inmaduras y vulnerables. Las caricias y los ratos de relajación y contacto con otro ser humano, tienden por ello con frecuencia a crear vínculos afectivos, y a fomentar la intimidad. De la misma forma, la intimidad y la cercanía emocional facilitan y potencian la sexualidad.

Y así llegamos a arrojar cierta luz sobre las situaciones que mencionábamos al inicio del artículo: debido a ciertas características de nuestro pasado evolutivo, en nuestra especie no es difícil que la intimidad, el afecto, el contacto erótico y los lazos emocionales se entremezclen y lleven los unos a los otros. A veces pretendiéndolo, y a veces sin pretenderlo...

*María Victoria Ramírez es psicóloga y sexóloga.

Asociación www.lasexologia.com

¿Por qué se dan con cierta frecuencia situaciones como las siguientes?: