Luis Tosar sobre la casa de su infancia: "Mi madre nos bañaba en una banqueta"

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Luis Tosar ha rememorado su infancia con la naturalidad que lo caracteriza. En una conversación con Albert Espinosa, dentro del programa Camino a Casa de 'La Sexta', el actor gallego recordó los años que pasó en Lugo y habló de la vivienda familiar en la que vivió en una casa sencilla, sin baño, donde su madre se las ingeniaba para todo. “Nos bañaba en una banqueta”, relató el actor.

La familia Tosar residió en esa casa gracias a la generosidad de un amigo de su padre. “Nos prestó esa casa un amigo de mi padre”, relataba el intérprete con gratitud. Era una construcción modesta, de piedra y con muros gruesos, típica de la Galicia rural de los años setenta. El suelo irregular formaba pequeñas pendientes que el pequeño Luis aprovechaba para jugar: “Tenía cuestitas, y las usaba para coger carrerilla con el triciclo”, recordaba entre risas. Aquella imagen resume bien el espíritu de una infancia sin lujos, pero llena de imaginación y afecto.

Aunque la vivienda carecía de comodidades básicas, Tosar no recuerda aquella etapa como algo duro, sino más bien como una etapa de aprendizaje. “Era una casa viejita, pero yo tengo un recuerdo bonito de ella”, decía con serenidad. La falta de baño, el frío en invierno o la precariedad eran parte de una cotidianidad que su madre transformaba en normalidad con esfuerzo y ternura. “Mi madre se las ingeniaba para todo”, añadió, dejando entrever la admiración que todavía siente por ella.

Era una casa viejita, pero yo tengo un recuerdo bonito de ella

Poco después, la familia se trasladó al barrio de A Milagrosa, en Lugo, un entorno más urbano y lleno de vida donde el actor pasó buena parte de su infancia. Allí, entre calles tranquilas y vecinos conocidos, fue moldeando el carácter que lo distingue hoy como observador, cercano y con una naturalidad que se ha convertido en una de sus señas de identidad.

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A sus 53 años, con una carrera consolidada dentro y fuera de España y tres premios Goya a sus espaldas, Tosar mantiene una mirada serena sobre su pasado. No idealiza aquella etapa, pero la reivindica como parte esencial de su historia. En sus palabras hay más gratitud que nostalgia, agradecimiento por el esfuerzo de sus padres, por la calidez del hogar y por haber crecido en un entorno donde lo importante no era lo material, sino el vínculo familiar.

Aquella casa sin baño, prestada y sencilla, se ha convertido para el actor en un símbolo de sus raíces. Un recordatorio de que el confort no siempre define la felicidad y de que la verdadera riqueza, como aprendió de niño, está en lo que se comparte dentro de cuatro paredes.