La viuda de Cereceda, obligada por un juez a abandonar la casa de La Finca en cuarenta días

Silvia Gómez Cuétara, viuda del empresario Luis García Cereceda, deberá abandonar la mansión familiar donde vive en el plazo de cuarenta días. Las hijas del constructor de La Finca, una de las urbanizaciones más lujosas y seguras de Europa, situada en el municipio de Pozuelo de Alarcón (Madrid), han conseguido su objetivo: expulsar a Gómez Cuétara de la casa más cara del reciento, valorada en más de veinte millones de euros, aduciendo que forma parte de su herencia.

Este plazo de cuarenta días figura en la sentencia que se ha notificado y remitido hace una semana desde el juzgado numero 4 de Pozuelo de Alarcón (Madrid), donde el pasado 5 de octubre se celebró el juicio; sentencia a la que ha tenido acceso Vanitatis. Allí se vieron las caras Silvia Gómez Cuétara y Susana Cereceda, fruto del primer matrimonio del constructor con Mercedes López. La otra hija, Yolanda, no pudo acudir porque vive en Estados Unidos desde que contrajo matrimonio con Jaime Ostos, hijo del torero del mismo nombre.

También estuvieron presentes en la vista, además de los abogados de ambas partes, trabajadores de Procisa, empresa de Cereceda a cuyo nombre figura la polémica casa familiar, de 1.500 metros de parcela y 2.000 construidos. Esta sociedad, igual que otras muchas, le tocó en herencia a Susana y Yolanda y no a Silvia, que tampoco obtuvo el usufructo, y de ahí el inicio del contencioso que mantenía con las hijas de su marido desde que se abrió el testamento en agosto del 2010.

El juicio se podría alargar

La viuda del magnate estudia ahora las medidas pertinentes a tomar para retrasar su salida del inmueble y alargar, por ende, la batalla legal, que de todos modos da por perdida. Silvia Gómez Cuétara nunca consiguió llegar a ningún acuerdo previo (las negociaciones comenzaron en junio de este año), pues no estaba dispuesta a pagar los cerca de 24.000 euros mensuales en los que se había tasado el alquiler del domicilio. Además se solicitaba que fuera con carácter retroactivo, desde junio del 2010, fecha del fallecimiento del promotor inmobiliario. A esta cifra había que añadir otra cantidad que englobaba los daños y perjuicios que suponía el no poder vender o arrendar la mansión.

Hubo un primer intento de echar a Cuétara por parte de las herederas al solicitar una orden de desahucio que más tarde retiraron cuando la otra parte pidió judicialmente el uso y disfrute vitalicio de la vivienda, porque así le correspondía “moralmente”, según adujo, aunque no hubiera documentación que lo atestiguara. Ellas se negaron y alegaron que si su padre no le había dejado la titularidad de la casa era porque no quería que ésta pasara a sus manos, ya que desde que Cereceda supo que su cáncer era terminal tuvo el suficiente tiempo para dejar solucionados los temas económicos y patrimoniales.

Una mujer discreta

Silvia Gómez Cuétara, que lleva una vida alejada del circuito social, mantiene una relación con el empresario asturiano Juan Antonio Pérez Simón, amigo de la primera fortuna del mundo, Carlos Slim. Vive habitualmente entre México y Estados Unidos y posee una de las mejores colecciones de arte del mundo. El empresario, que tenía cinco años cuando partió de Asturias a América, se mueve en avión privado, que también le sirve para recoger a sus amistades de medio mundo y trasladarles a su paraíso particular de Niembro (Asturias). Este verano se les pudo ver paseando por Llanes y visitando los pueblos de la zona totalmente alejados de los centros de vacaciones del poder económico y político.