Un rasgo que salta a la vista es la falta de empatía, si la otra persona parece desconectada, no muestra interés en lo que compartimos o apenas asiente, es una señal clara de alerta. Asimismo, los comentarios encubiertos como bromas tras realizar un comentario hiriente no siempre son inocentes. Las burlas disfrazadas pueden revelar dinámicas de menosprecio y manipulación emocional. Por otro lado, una simpatía exagerada, llena de halagos y atención excesiva desde el primer instante, puede tener truco: el fenómeno conocido como love bombing (bombardeo de amor) se utiliza para ganarse la confianza de la persona y luego manipularla.
Suelen ser personas muy manipuladoras. (iStock)
Aunque no todo se expresa con palabras. Un gesto frío, una comodidad invasiva en nuestro espacio personal o una postura intimidatoria son formas de dominación silente, que amenazan nuestros propios límites emocionales y físicos. Por último, cuando alguien defiende valores como la honestidad, pero cambia de tema, esquiva preguntas o su lenguaje corporal no encaja con sus palabras, puede estar intentando controlar cómo lo perciben
Para evitar este tipo de personas es muy importante confiar en nuestra intuición, así como poner límites desde el principio evitando que invadan nuestro espacio personal, además de observar su trato hacia los demás, ya que puede tenerlo con nosotros en un futuro. Tomarse en serio estas señales no es volverse desconfiado, sino cuidar nuestra salud emocional. Con pequeños gestos de atención —y un poco de intuición— podemos proteger nuestras relaciones, dando paso solo a aquellas personas que nos suman bienestar y respeto y manteniendo lejos la toxicidad que a la larga siempre da muchos problemas.