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Dandismo, doscientos años de elegancia extrema
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Dandismo, doscientos años de elegancia extrema

El refinamiento extremo de pajaritas imposibles, elegantes sombreros de copa, bastones trabajados hasta la extravagancia y accesorios que rozan la insolencia como filosofía estética, son los

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Dandismo, doscientos años de elegancia extrema

El refinamiento extremo de pajaritas imposibles, elegantes sombreros de copa, bastones trabajados hasta la extravagancia y accesorios que rozan la insolencia como filosofía estética, son los elementos centrales de una exposición sobre el "dandismo" que alberga desde hace unos días el museo Christian Dior.

A unos 40 kilómetros de Granville -la localidad de la costa normanda (noroeste) que alberga el museo- nació hace dos siglos el escritor Jules Barbey d'Aurévilly, heredero del ‘dandismo’ inglés y teórico en Francia de esta corriente también impulsada por escritores de la talla de Balzac y Baudelaire.

Autor de un tratado sobre ese movimiento, Barbey d'Aurévilly aunó en su vida y obra la aparente contradicción de un catolicismo militante y un deleite por la exquisitez romántica. Este dandi excéntrico, monárquico y controvertido, definía en sí mismo sus reflexiones literarias y filosóficas con un rostro firme del que sobresalía una nariz puntiaguda, a la que acompañaba un prolongado bigote respingón y un pañuelo anudado al cuello.

En la costera Granville nació casi cien años después, en 1905, Christian Dior, diseñador de alta costura y fugaz carrera que murió en Montecatini, en el centro de Italia, en 1957, mientras seguía un programa de adelgazamiento en un balneario. En la que fue la mansión familiar, una elegante construcción decimonónica arropada por un jardín floral desde el que puede verse, olerse y escucharse el océano Atlántico, se ha instalado la exposición ‘Dandismo. De Jules Barbey d'Aurevilly a Christian Dior’.

A través de un lírico desorden, como si se abriese el armario de cualquiera de aquellos narcisistas, llámense Lord Byron, Oscar Wilde o Rimbaud, la colección ofrece un viaje de dos siglos por algunas de las prendas más llamativas lucidas alguna vez por diferentes artistas que se dejaron seducir por el hechizo de la elegancia extrema. "El dandi debe aspirar a estar sublime sin interrupción, debe vivir y dormir delante de un espejo", reza una de las citas del poeta Baudelaire que pueden leerse en el recorrido de esta exposición del Museo Christian Dior que permanecerá abierta hasta el próximo 21 de septiembre.

Camisas de volantes sobre las que el dandi se ceñía una chaqueta de cola que pendía hasta sus pantorrillas, monóculos que convertían su mirada miope en un gesto rebosante de impertinencia y cinismo o chalecos entallados que agraciaban su tórax con un apariencia de enjuta belleza decimonónica dan prueba de ello. Muchas de esas prendas llevan el sello del inquilino como la camisa que llevó el escritor irlandés Oscar Wilde en el último hotel de Francia en el que se alojó o un chaleco de noche que perteneció a Balzac y que después cortó para adecuarlo a la talla de su sobrina, a quien se lo regaló.

Hermano del romanticismo, el dandismo comparte con éste una nostalgia a la que hizo referencia el poeta Baudelaire y que bien podría encontrar una oportuna metáfora visual en el amante de la elegancia extrema que busca en un espejo con marco de plata el reflejo de un tiempo mejor. Y para ello, el mejor refugio es la frivolidad, antídoto eficaz contra el mal de "ser quien uno es", como escribió el literato francés de origen rumano Émile Cioran en 1977.

La fragancia de años mejores se esconde también en la colección de perfumes de la exposición y que recuerda que este movimiento, esencialmente masculino, busca en los hombres detalles andrógenos e incluso femeninos para resaltar su propia belleza. Así, los perfumes evolucionaron desde la Revolución Francesa y la herencia de los olores napoleónicos hasta adquirir olores florales que antaño estaban destinados exclusivamente a las féminas, como el ‘Eau Sauvage’, creado en 1966 por Dior, que espontáneamente se convirtió en un perfume unisex, poco antes del Mayo del 68.

La fragancia, al fin y al cabo, como última distinción del dandi pues, como decía el propio Dior, "el perfume es el toque final para mis vestidos".

El refinamiento extremo de pajaritas imposibles, elegantes sombreros de copa, bastones trabajados hasta la extravagancia y accesorios que rozan la insolencia como filosofía estética, son los elementos centrales de una exposición sobre el "dandismo" que alberga desde hace unos días el museo Christian Dior.