La pena de la princesa Beatriz aplaza la fiesta nacional de Holanda
El festejo, que se celebra el 31 de agosto desde 1985, en conmemoración del cumpleaños de la reina Guillermina, se pospone hasta principios de 2014
La princesa Beatriz de Holanda no está para fiestas. Desde que el pasado 12 de agosto falleciera su hijo, el príncipe Friso, dicen sus más allegados que no levanta cabeza. Hace meses que lo dejó todo –incluso el férreo control de la Corona– para dedicarse en cuerpo y alma a él desde que en febrero de 2012 quedara sepultado por un alud en los Alpes austríacos, un accidente que le dejó en coma y con graves daños neurológicos.
Esta muerte, que fue una sorpresa para todos los miembros de la familia –de hecho Máxima y Guillermo estaban disfrutando de unos días de vacaciones en su casa de Grecia– ha sumido a Beatriz en una profunda tristeza que le ha llevado a aplazar la fiesta nacional en agradecimiento a la antigua reina Beatriz, según reveló este jueves el comité para el relevo en el trono.
La fiesta, que se celebra desde 1885 coincidiendo con el cumpleaños de la reina Guillermina (31 de agosto), se pospondrá hasta principios de 2014. Sin embargo, el 5 de septiembre se mantendrá el acto en el que el Rey Guillermo Alejandro recibirá “el libro de los sueños”, un regalo de su país con los deseos y sueños de sus ciudadanos.
Despojada de su papel como reina y estrenando el de princesa, Beatriz viajaba semanalmente hasta Londres, donde Friso estaba ingresado en el hospital Wellington, para estar al lado de su esposa Mabel y sus hijas. En julio de este año, el hermano del Rey sería trasladado al palacio de Huis ten Bosch, una de las residencias oficiales de la monarquía holandesa, después que el comunicado de la familia real indicara que el príncipe ya no necesitaba más tratamientos hospitalarios y que en un futuro se examinarían “todas las opciones mencionadas en consultadas con expertos”. Un futuro que nunca llegó y que se ha convertido en un largo y duro camino para la princesa Beatriz, que enterró hace una semana a su hijo pequeño en el cementerio de una pequeña iglesia situada junto al castillo de Drakesnteyn.
La princesa Beatriz de Holanda no está para fiestas. Desde que el pasado 12 de agosto falleciera su hijo, el príncipe Friso, dicen sus más allegados que no levanta cabeza. Hace meses que lo dejó todo –incluso el férreo control de la Corona– para dedicarse en cuerpo y alma a él desde que en febrero de 2012 quedara sepultado por un alud en los Alpes austríacos, un accidente que le dejó en coma y con graves daños neurológicos.