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Isabel II, una nefasta monarca con una vida complicada y dueña de un triste destino
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HISTORIA DE ESPAÑA

Isabel II, una nefasta monarca con una vida complicada y dueña de un triste destino

Isabel II vivió una vida difícil. Abandonada por su madre cuando era una niña, apenas sí fue preparada para ser reina y su educación resultó bastante deficiente

Foto: Isabel II.  (Franz Xaver Winterhalter, Palacio Real de Madrid.
Isabel II. (Franz Xaver Winterhalter, Palacio Real de Madrid.

Hace 210 años, en la festividad de San José, sucedía en Cádiz un hecho histórico: la aprobación de la I constitución española, más conocida como Constitución de Cádiz o 'La Pepa' por ser promulgada el día de San José y en Cádiz, lugar al que se habían desplazado de manera extraordinaria las Cortes. Fue de carácter liberal y en algunos aspectos más avanzada que la que tenemos ahora. Como, por ejemplo, el hecho de la sucesión dinástica. En la de Cádiz se establecía que el heredero sería el primogénito, fuese este hombre o mujer, mientras que en la actual, de 1978, prevalece la sucesión en el varón y por ese motivo es rey Felipe VI y no la infanta Elena, primogénita de los anteriores reyes. Esto no significa, en modo alguno, que podamos afirmar que la carta magna de 1812 fuese mucho más moderna que la actual (de hecho ni siquiera se menciona a las mujeres) ni muchísimo menos sus derechos (carecían de ellos). Es más, el voto femenino no llegaría hasta casi un siglo después, en 1933, con la II República, aunque sería anulado tras la Guerra Civil para recuperarse con la democracia que disfrutamos actualmente.

Tal y como expresa la catedrática de Derecho Constitucional de la Universidad Autónoma de Barcelona, Teresa Freixes, “la Constitución de 1812 tiene suma importancia en nuestra historia". Los hubo, sin embargo, que la rechazaron por "afrancesada", que equivalía a decir "liberal", en el sentido de la época; es decir, por adelantada a su tiempo. España se hallaba en guerra contra Napoleón y, además, no gozaba precisamente de buena salud intelectual, existiendo sectores que reclamaban el restablecimiento de la Inquisición, abolida por unas Cortes que se reunieron en Cádiz por ser ese lugar prácticamente el único reducto al que pudieron llegar algunos diputados españoles de la península (a la mayoría no les fue posible por las circunstancias de la guerra) y, especialmente, los diputados de ultramar, los llamados "americanos".

placeholder La promulgación de la Constitución de 1812, obra de Salvador Viniegra.
La promulgación de la Constitución de 1812, obra de Salvador Viniegra.

Para la experta, “se suele omitir la importancia que en el desarrollo de las sesiones de la constituyente tuvieron esos diputados españoles del otro lado del Atlántico. Se suele remarcar la influencia de la Ilustración y del liberalismo afrancesado, pero también se suele omitir que los que llegaron en barco a la ciudad trajeron consigo el bagaje de su experiencia en un continente que bebía de la revolución americana, la que había dado origen a los Estados Unidos de América. Y aunque existen conexiones poco conocidas entre ambos procesos revolucionarios (el francés y el americano), sorprende que el crisol de ideas políticas y filosóficas que representó Cádiz sea tan desconocido”.

Tan adelantada fue a su tiempo esta constitución que, como suele pasar en el sentido de no ser profeta en tierra de uno, fue un texto que estuvo más tiempo vigente fuera de España que en España. En América y en Italia. Y sirvió como modelo de muchas de las constituciones liberales del Siglo XIX.

Incluso algunos simularon acatarla, del mismo modo que ciertos personajes del secesionismo catalán han afirmado que acatan el orden constitucional e, incluso, su restauración en Cataluña mediante la aplicación del art.155 CE. Pero me temo que en la mayor parte de los casos, por no decir en todos, puede suceder lo mismo que cuando Fernando VII, unos años después, tras el triunfo del levantamiento de Riego en enero de 1823 y visto que no había otro remedio que considerar vigente a 'La Pepa', afirmó: "Marchemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional".

Digo que me lo temo porque también entonces el 'acatamiento' terminó con la restauración del absolutismo, entrando en lo que se conoce como 'La década ominosa'.

España, en 1812

En 1812, España vivía una época de lo más convulsa. El legítimo rey, Fernando VII, estaba en el exilio tras haber sido obligado a abdicar en la Bayona francesa. En 1808, y en virtud del Tratado de Fontainebleau, las tropas francesas cruzaron los Pirineos en dirección a Portugal con permiso de Godoy, valido del rey de España, entonces Carlos IV (padre de Fernando VII). Las cosas no sucedieron como se habían acordado y Francia traicionó a España invadiéndola, un hecho que trajo consigo la guerra de la Independencia, que duró entre 1808 y 1814. Es, por tanto, en el transcurso de esta guerra cuando se promulga la Constitución de Cádiz. En este ínterin, en el que el legítimo rey estaba en el exilio, fue rey de España José I Bonaparte. Aunque, todo sea dicho de paso, jamás fue reconocido ni por las Cortes españolas ni por las juntas indianas.

En 1814, y una vez vencidas las tropas francesas, vuelve Fernando VII a recuperar el trono y la constitución es derogada. Esto es interesante porque implicaba una vuelta a la imposibilidad de que, en caso de que la primogénita del rey fuese mujer, pudiera reinar, dando prevalencia sobre ella al varón que naciese después. Pero las cosas, incluso para los reyes, no siempre salen como uno desea y a Fernando VII el asunto de tener descendencia masculina le salió francamente mal. Para empezar, tuvo cuatro esposas y solo con la última tuvo descendencia. Y esta fue una mujer, la futura Isabel II. Como la cuestión dinástica es sumamente importante dentro de las monarquías, teniendo en ese momento en vigor (de nuevo) la Ley Sálica y viendo que el bebé que su esposa, la reina María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, podía ser una mujer, recurrió en 1830 a la promulgación de la Pragmática Sanción de 1789.

Foto: Isabel de Braganza, la reina de España que luchó por el Museo del Prado, en un retrato de Francisco de Goya. (Museo Meadows de Arte de Dallas)

La Pragmática Sanción es una ley que promulga el rey de España y que incumbe a aspectos fundamentales del Estado o Reino, en este caso para regular una cuestión sucesoria. En realidad, la de Fernando VII tenía su origen en la aprobada 40 años atrás por Carlos IV y que, por razones de política exterior, en su día no se había hecho pública. En el caso de la promulgada por Fernando VII, se hacía necesaria para poder anular el Auto Acordado de 10 de mayo de 1713 de Felipe V, por el que se imposibilitaba, salvo en casos muy limitados, el acceso de las mujeres al trono. Frecuentemente se la maldenomina Ley Sálica. La importancia de la promulgación de dicha ley radicaba en que, de esta manera, se restituía el sistema de sucesión tradicional de la Corona de Castilla redactado en las Siete Partidas de Alfonso X el Sabio. Concretamente, la segunda, que determinaba que las mujeres podrían reinar si se daba el caso de no tener hermanos varones, ya que tenían preferencia sobre hombres de parentesco más lejano; por ejemplo, tíos, primos, etc.

Muerte de Fernando VII, regencia y guerra Carlista

Fernando VII murió en 1833, cuando Isabel tenía tan solo 3 años de edad, por lo que recayó en su madre la regencia (1833-1840) y empezaron los problemas pese a que Isabel era la legítima heredera al trono. El hermano del difunto rey, Carlos María Isidro, reclamó para sí la corona, hecho que desató dos bandos con tal feroz oposición que tan solo tres días después del deceso del monarca, estalló la guerra civil, conocida como la Primera Guerra Carlista, finalizada en 1939 con la firma del Tratado de Vergara entre el general Espartero, del bando isabelino, y Rafael Maroto, del bando carlista. En 1840, el propio Espartero ejercería la figura de regente al exiliarse María Cristina a su propia hija (y a la hermana de ésta).

placeholder  Isabel II, de pequeña. (Ribera)
Isabel II, de pequeña. (Ribera)

Infancia y adolescencia de Isabel II

Una vez establecida la regencia de Espartero, Isabel y su hermana fueron tuteladas por Agustín Argüelles. Espartero, duque de Vergara, era el líder del Partido Progresista y enseguida tuvo enfrente la conspiración de los moderados para devolver la regencia a María Cristina quien, por cierto, estaba más a la labor de dedicarse a su nuevo matrimonio e hijos que a la de volver a España para reinar en nombre de su hija. El momento más crítico fue el pronunciamiento de los generales Manuel Gutiérrez de la Concha y Diego de León, que intentaron raptar a la reina niña. El resultado fue el fusilamiento de este último sin que Espartero hiciera nada por impedirlo. Todos estos acontecimientos trajeron, como no podía ser de otra manera, grandes enfrentamientos entre moderados y progresistas. El 22 de julio de 1843, tras el encuentro del general Narváez con las tropas del gobierno progresista en Torrejón de Ardoz, un Espartero derrotado abandonó España rumbo a Inglaterra.

Se formó entonces un gobierno provisional presidido por Joaquín María López hasta que el 15 de octubre, contando Isabel con 13 años, las Cortes decidieron declararla mayor de edad un año antes de lo establecido por la Constitución de 1837, pudiendo así proclamarla reina de España.

Reinado de Isabel II

El primer gobierno de una inexperta y prácticamente analfabeta reina estuvo presidido por Salustiano Olózaga, del partido progresista, quien, por cierto, creó el 28 de marzo de 1844 la Guardia Civil, siendo su primer director el duque de Ahumada. Su gobierno duró poco y enseguida comenzó el del general Narváez, quien dio inicio así a la denominada Década Moderada.

La reina Isabel II ha pasado tristemente a la historia por haber sido de las peores monarcas que hemos tenido, pero en honor a la verdad hay que mirar con cierta compasión su vida para poder entenderla, si cabe, un poco. Al morir su padre, Isabel no sólo perdió a su progenitor, sino también a su madre, quien enseguida obvió sus obligaciones como tal, dejándola en manos del servicio y sin proporcionarle apenas una educación. Puede decirse que apenas tuvo una preparación no ya de una reina, que hubiera exigido muchísimo más, sino ni siquiera de una dama de clase alta. Isabel, podría decirse, era inculta. No dominaba la escritura, por supuesto no fue amante de la lectura ni de ningún arte y en lo único que siempre se mostró interesada fue en la naturaleza y en las fiestas. Conocida es también por el escándalo que produjo en la época, y por haber constancia en tiras cómicas y satíricas, de su afición al sexo con cualquiera excepto con su marido. Y es que Isabel fue obligada a casarse con su primo por parte de madre y padre, Francisco de Paula, duque de Asís de Borbón, duque de Cádiz.

placeholder Isabel II, retratada por J. Laurent.
Isabel II, retratada por J. Laurent.

Su matrimonio no fue una cuestión baladí, ya que había que contentar a las diferentes facciones del gobierno y evitar nuevas fricciones con el carlismo. No podemos obviar el hecho de que Isabel ya fue una reina con una constitución y un parlamento. No fue una reina absoluta, como sí lo había sido su padre. Si el elegido fue Francisco de Asís fue precisamente porque se consideró que su carácter apocado no intervendría ni en asuntos de índole nacional ni internacional. Oficialmente tuvieron 12 hijos, aunque muchos nacieron muertos o murieron de manera temprana, como era bastante habitual en la época.

Cuestiones de alcoba aparte, el reinado de Isabel II tiene, a pesar de no haber pasado a la historia como la mejor de nuestros monarcas, cuestiones dignas de ser mencionadas y recordadas. En lo político, fue un una época de tránsito en la que la monarquía concedió más protagonismo al parlamento, aunque la lucha por las libertades democráticas de los ciudadanos resultó ser un auténtico fracaso. La corrupción política fue una constante sobre todo en cuestiones de políticas electorales y los levantamientos o pronunciamientos militares fueron una constante; es decir, no puede decirse que fuese ni una época tranquila ni libre de corruptelas varias.

Su época fue la de la llegada del ferrocarril y España no fue ajena a ello, creándose bajo su reinado numerosas líneas y siendo la primera de ellas la que unió Mataró con Barcelona. También bajo su reinado se llevaron a cabo importantes obras, como la construcción del Canal de Isabel II bajo el auspicio de Bravo Murillo y Alonso Martínez. Isabel propició la reapertura de las universidades que su padre había cerrado, aunque tampoco podemos presumir de que bajo su reinado la enseñanza en España mejorase.

Isabel II terminó en el exilio tras la Revolución de 1868, llamada 'La Gloriosa', y que fue de nuevo un levantamiento militar que dio paso el Sexenio Democrático entre 1868 y 1874. Esta etapa de nuestra historia es sumamente importante porque en ella se dieron los primeros intentos de establecer un régimen democrático. Primero, con la monarquía parlamentaria de Amadeo de Saboya (1871-1873); y después, con el establecimiento de la I República, entre 1873 y 1874. Ambas fórmulas fracasaron.

La reina Isabel II, llamada “la de los tristes destinos”, terminó su vida fuera de España, en Francia, lugar al que se exilió amparada por el cobijo de Napoléon III y Eugenia de Montijo. En junio de 1870 abdicó en París a favor de su hijo, el futuro Alfonso XII. Murió de neumonía en 1904 en la capital francesa y sus restos descansan en el Panteón de los Reyes del Monasterio de San Lorenzo del Escorial.

Gema Lendoiro es periodista y doctoranda en Historia Moderna por la Universidad de Navarra.

Hace 210 años, en la festividad de San José, sucedía en Cádiz un hecho histórico: la aprobación de la I constitución española, más conocida como Constitución de Cádiz o 'La Pepa' por ser promulgada el día de San José y en Cádiz, lugar al que se habían desplazado de manera extraordinaria las Cortes. Fue de carácter liberal y en algunos aspectos más avanzada que la que tenemos ahora. Como, por ejemplo, el hecho de la sucesión dinástica. En la de Cádiz se establecía que el heredero sería el primogénito, fuese este hombre o mujer, mientras que en la actual, de 1978, prevalece la sucesión en el varón y por ese motivo es rey Felipe VI y no la infanta Elena, primogénita de los anteriores reyes. Esto no significa, en modo alguno, que podamos afirmar que la carta magna de 1812 fuese mucho más moderna que la actual (de hecho ni siquiera se menciona a las mujeres) ni muchísimo menos sus derechos (carecían de ellos). Es más, el voto femenino no llegaría hasta casi un siglo después, en 1933, con la II República, aunque sería anulado tras la Guerra Civil para recuperarse con la democracia que disfrutamos actualmente.

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