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La visita de Felipe y Letizia a Pamplona, en el sexto centenario de la creación del principado de Viana
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La visita de Felipe y Letizia a Pamplona, en el sexto centenario de la creación del principado de Viana

Pamplona y Navarra están de celebración por cumplirse 600 años de dos acontecimientos históricos fundamentales, la creación del título Príncipe de Viana y el Privilegio de la Unión

Foto: Felipe y Letizia, en una imagen de archivo. (EFE)
Felipe y Letizia, en una imagen de archivo. (EFE)

El 8 de septiembre de 2023 se cumple una fecha redonda, dentro del año en el que también se celebra el sexto centenario de la creación del principado de Viana. Este día de finales de verano nos retrotrae a 1423, cuando tuvo lugar la promulgación del Privilegio de la Unión, a iniciativa del rey Carlos III el Noble de Navarra. Dicho aniversario contará con la presencia de Sus Majestades los Reyes de España, don Felipe y doña Letizia.

Un hecho también trascendente, ya que ningún monarca español había acudido a un acto tan significativo para la ciudad de Pamplona y la Comunidad Foral de Navarra, habida cuenta de que este último reino histórico de la Corona española acoge el principado de Viana, cuyo título forma parte de los que luce el heredero al trono de nuestro país y que recae en la Princesa de Asturias y de Girona, Leonor de Borbón.

La visita de los Reyes a la milenaria urbe pamplonesa, aceptando la invitación cursada por la alcaldesa de la ciudad, Cristina Ibarrola, tiene una gran trascendencia por el complejo telón de fondo político en la comunidad navarra.

¿Por qué es tan importante esta fecha?

Conocer nuestra historia facilita enormemente entender el presente. En el año 1423 lo que hoy conocemos como Reino de España era el conjunto de varias comunidades históricas: los reinos cristianos de Castilla-León, Aragón, Navarra y el reino nazarí de Granada. Además, procede no olvidar que en la península hemos de contar con el reino de Portugal, que tiene una singular trayectoria de vinculación con la Corona castellana una vez que entra la Edad Moderna.

El reino de Navarra presenta una historia rica y propia hasta que, en el siglo XIV, pasó a manos de la dinastía Évreux, de origen francés, en 1328. De hecho, Carlos III el Noble nació cerca de París, dentro de un linaje emparentado con la dinastía de los Capetos (reinante en Francia en esa época).

Carlos llegó a Navarra con tan solo cinco años, siendo hijo del rey Carlos II y, por tanto, heredero al trono del reino de Navarra. La Europa de los siglos XIV y XV hay que visualizarla sin perder de vista la Guerra de los Cien Años (1337-1453), ya que dicha contienda es, según Javier I. Igal Abendaño, “el hecho más determinante que afectó a Inglaterra y Francia, pero también a todos los reinos cristianos peninsulares”. Su reinado ha sido objeto de numerosos estudios históricos, pero quizás lo más reseñable sean los hechos que se conmemoran el 8 de septiembre.

Carlos III.

Carlos III, un rey de consenso

En la línea de lo que se estilaba hacer entre los diferentes reinos, se pactó el matrimonio de Carlos siendo todavía príncipe con Leonor de Trastámara, hija de Enrique II, rey de Castilla, y de Juana Manuel (hija de don Juan Manuel). Dicho matrimonio puso fin a las continuas disputas entre ambos reinos y fraguó así una amistad y, por tanto, paz entre ambas coronas.

Carlos III llega al trono en el año 1387, estando en ese momento en Castilla. La situación que hereda está llena de problemáticas, empezando por las continuas amenazas que suponía carecer de apenas alianzas en el extranjero, las siempre presentes crisis de epidemias, los cambios climáticos que afectaban a las cosechas y provocaban hambrunas y la deficiencia económica que resultaba ineficaz para resolver tantos frentes. Puede decirse que fue un monarca que, viendo las posibilidades de su reinado, procuró adaptarse a sus posibilidades para evitar mayores males.

Los reinos más próximos (y, por ende, más importantes para su política exterior) fueron los de Castilla, Aragón, Francia e Inglaterra. Al de Castilla lo apoyó con sus tropas (y dinero) en la reconquista de Granada. Por supuesto, con todos los reinos propició y alentó alianzas matrimoniales que garantizasen la paz.

Además de todo esto, no puede obviarse que, desde el verano de 1380, Portugal e Inglaterra mantienen una 'cruzada' a favor de Urbano VI, el papa de Roma (había otro en Aviñón), y una amenaza constante del duque de Lancaster para tomar posesión del trono de Castilla invocando la herencia de Pedro I el Cruel (la hija que tuvo dicho rey con María de Padilla se casó con Juan de Gante, duque de Lancaster).

Las grandes políticas internas: Privilegio de la Unión

Que su padre hubiese tomado la decisión de abandonar el deseo de expansión facilitó enormemente su herencia permitiéndole 'navarrizar' la dinastía de Évreux. Firmó con el rey de Francia, Carlos VI, el Tratado de París de 1404, renunciado, eso sí, a los feudos franceses de Champaña y Brie, históricamente ligados a su dinastía. Esto le dio, entre otras cosas, el impulso para centrarse en su reino, el de Navarra.

Y aquí, en esta política interior, es donde el historiador ha de fijarse. ¿Por qué es tan importante la promulgación del Privilegio de la Unión? Según Julia Pavón Benito, catedrática de Historia Medieval y decana de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra, "cabe considerar que el Privilegio significa un planteamiento moderno para el gobierno de una ciudad tripartita de larga tradición medieval. Ello implica una visión y una proyección política novedosa al tiempo que conciliadora, por parte de un rey que situó al reino de Navarra en la órbita de las grandes monarquías de Europa occidental, leyendo correctamente las claves del mundo en el que le tocó vivir”.

Para que el lector pueda situarse de una manera más cómoda, hay que explicar que, en el año 1423, Pamplona era un núcleo urbano con tres burgos muy bien definidos: San Cernin o San Saturnino, San Nicolás y Navarrería (actualmente barrios de 'lo viejo', esto es, casco antiguo). La Promulgación de la Unión, que ahora pasaremos a explicar, significa ni más ni menos que la creación de la ciudad de Pamplona. Es decir, supone refrendar una unidad urbana de tres núcleos que conformaban la Pamplona medieval en una acción claramente modernizadora del gobierno de las ciudades.

Mediante un decreto en el que se recogen numerosas disposiciones, lo más importante es que dichos burgos dejaron atrás las cuantiosas disputas entre ellos, uniéndose a partir del 8 de septiembre de 1423 en una ciudad con una nueva enseña y numerosos proyectos en común como edificaciones de defensa, diseño de las nuevas calles y, lo más importante, que Carlos III lo convirtió en fuero con rango de ley ante las Cortes de Navarra.

Nace el principado de Viana

Tal y como explica Juan Ramón Corpas en un monográfico sobre el príncipe de Viana que se hizo con la colaboración de decenas de expertos, “el 20 de enero de 1423, en Tudela, el monarca crea un título análogo a los de los sucesores de otras casas reinantes europeas: el principado de Viana, y da al infante las villas de Viana, Laguardia, San Vicente, Bernedo, Aguilar, Genevilla, Lapoblación, San Pedro, Cabredo, el valle de Campezo y los castillos de Marañón, Toro, Fitero, Ferrera y Buradón; por otro lado, don Carlos recibe de su abuelo Corella, Cintruénigo, Peralta y Cadreita, con la prohibición de venderlas, enajenarlas, darlas en prenda o compartirlas. Son todas plazas fronterizas con Castilla, y el rey vincula así estas poblaciones y sus territorios tributarios a la corona, las deja a salvo de la codicia de los grandes señores y asegura con sus rentas una posición desahogada para que su nieto y heredero pueda mantener un hostal principesco y cortesano”.

Efectivamente, el título era similar al que se hacía en el resto de los reinos con el objeto de garantizar la estabilidad de este frente ante las crecientes aspiraciones de la nobleza del momento. En Castilla se creó el principado de Asturias en 1388; en Aragón, el principado de Gerona en 1350 (aunque en el inicio fue solo ducado); en Inglaterra, el principado de Gales en 1283, y en Francia, el delfín en 1346.

placeholder La princesa Leonor, princesa de Girona, Asturias y Viana. (EFE/Javier Belver)
La princesa Leonor, princesa de Girona, Asturias y Viana. (EFE/Javier Belver)

A Carlos III le movió también el hecho de perpetuar la continuidad dinástica navarra, así como el afán de consolidar la frontera con Castilla ante las siempre ambiciosas intenciones de los Trastámara, casa reinante en aquel momento también en Aragón. De poco serviría porque en 1512 Navarra sería anexionada por Fernando el Católico.

Los tres títulos españoles pertenecen ahora mismo a la princesa Leonor, que, curiosamente, lleva el nombre de la esposa de quien conformó dicho título. Aunque el de Viana y el de Girona son menos conocidos o de menor impacto popular, no olvidemos que su conocimiento y su razón de ser son una importante herencia que visibiliza la imagen de nuestro país como una comunidad histórica y la importancia de la continuidad dinástica como elemento de estabilidad política. No hay nada como echar la vista atrás.

Gema Lendoiro es periodista y doctoranda en Historia Moderna por la Universidad de Navarra.

El 8 de septiembre de 2023 se cumple una fecha redonda, dentro del año en el que también se celebra el sexto centenario de la creación del principado de Viana. Este día de finales de verano nos retrotrae a 1423, cuando tuvo lugar la promulgación del Privilegio de la Unión, a iniciativa del rey Carlos III el Noble de Navarra. Dicho aniversario contará con la presencia de Sus Majestades los Reyes de España, don Felipe y doña Letizia.

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