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Juan Carlos I aborda su posible funeral en El Escorial en sus memorias desafiando al protocolo: "Es una alteración de la discreción"
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Juan Carlos I aborda su posible funeral en El Escorial en sus memorias desafiando al protocolo: "Es una alteración de la discreción"

En sus memorias, el rey Juan Carlos I habla por primera vez de su posible funeral en El Escorial, generando debate protocolario al tratar en público un asunto tradicionalmente reservado

Foto: El rey Juan Carlos en el funeral del Aga Khan. (Efe)
El rey Juan Carlos en el funeral del Aga Khan. (Efe)

El Rey emérito ha hecho un repaso por toda su vida en sus memorias y ha incluido también un pasaje sobre su muerte. Don Juan Carlos ha dedicado unas páginas a su propio funeral y al lugar donde le gustaría que descansaran sus restos, el Panteón de Reyes de El Escorial. “Cuando llegue mi hora, llegará. Entonces podrán hacer lo que quieran conmigo. ¿Seré el siguiente? ¿Hay algún plan para mi funeral? No lo sé. Sé que la bóveda de los reyes en El Escorial está llena. Hay espacio para construir otra. ¿Qué decidirá el gobierno? Todo está en sus manos", reflexiona.

Desde Carlos V, todos los soberanos de España y sus consortes —excepto Felipe V y Fernando VI, cuyos cuerpos reposan en La Granja de San Ildefonso, y Amadeo I y José I Bonaparte, enterrados en Italia— han sido depositados en El Escorial. En total, hay 26 sepulcros de mármol, de los cuales 24 ya están ocupados. Los dos restantes están reservados para don Juan y doña María de las Mercedes, condes de Barcelona, cuyos restos aún se encuentran en el pudridero.

Aunque don Juan no reinó, Juan Carlos I quiso que se les rindieran honores reales a sus padres, y en sus tumbas puede leerse “Ioannes III, comite Barcelona” y “María de Mercedibus, comitissa Barcelona”.

placeholder La Cripta Real de El Escorial. (Patrimonio Nacional)
La Cripta Real de El Escorial. (Patrimonio Nacional)

El tema del que ha hablado don Juan Carlos en su libro abre de nuevo un problema al que se enfrenta Patrimonio Nacional: cuando fallezcan Juan Carlos I y doña Sofía, no habrá espacio suficiente para que sus restos descansen en la cripta de El Escorial. Se estudarion alternativas, incluyendo la construcción de una cripta adyacente con las mismas características que la original, pero el proyecto fue finalmente suspendido.

En sus memorias, don Juan Carlos describe además con crudeza la tradición que se sigue desde los Austrias: el cuerpo del difunto se coloca en un ataúd y reposa durante mínimo 25 años en el “pudridero”, donde literalmente se descompone. Allí siguen todavía sus padres: don Juan falleció en 1993 y María de las Mercedes en el 2000. No hay noiticas, por el momento, de que en breve, los condes de Barcelona vayan a ser trasladados a la cripta.

Tras estar lo que se estime en el pudridero, los monjes del monasterio rompen los huesos en presencia del jefe de la Casa Real, que se colocan en urnas selladas para su traslado a la necrópolis. “No suena muy atractivo… pero así es esta tradición”, comenta el emérito, que asegura no obsesionarse por estas cuestiones y confiesa que su prioridad es “tener una jubilación tranquila, reavivar una relación armoniosa con mi hijo y, sobre todo, volver a España”.

"La prudencia institucional habría sido más coherente"

Desde la perspectiva del protocolo, estas declaraciones han generado cierta controversia. Según María José Gómez y Verdú, experta en protocolo y casas reales, “el tratamiento de las exequias de un jefe de Estado, aun cuando se trate de un Rey emérito, está regido por normas de ceremonial y protocolo de Estado que buscan preservar la continuidad, la dignidad y la neutralidad de la institución monárquica frente a cualquier circunstancia personal o política”.

La especialista subraya que que el propio interesado formule declaraciones públicas sobre su sepultura "puede interpretarse, desde el punto de vista protocolario, como una alteración del principio de reserva y discreción que tradicionalmente acompaña los asuntos de Estado vinculados a la Corona. La previsión de los honores fúnebres, los lugares de descanso y las ceremonias asociadas a la figura de un Rey emérito no son cuestiones meramente personales, sino que se inscriben dentro de un marco institucional cuidadosamente planificado, en el que intervienen la Casa Real, el Gobierno y los órganos responsables del ceremonial del Estado".

placeholder El rey Juan Carlos en el funeral del infante Carlos celebrado en El Escorial. (Efe)
El rey Juan Carlos en el funeral del infante Carlos celebrado en El Escorial. (Efe)

Y añade: "El protocolo busca garantizar que estos actos mantengan la solemnidad y coherencia simbólica que representan a la nación, más allá de las circunstancias particulares de la persona. Por ello, unas declaraciones de carácter personal sobre este tema pueden generar disonancia con el principio de institucionalidad, ya que trasladan al terreno público decisiones que habitualmente se gestionan con discreción y coordinación interinstitucional.

Desde la óptica del protocolo, las manifestaciones del Rey emérito sobre su enterramiento deberían ser tratadas con prudencia y reserva, en aras de proteger la imagen de la institución y el equilibrio entre el ámbito privado y el ceremonial de Estado. El protocolo no solo regula la forma, sino también el fondo simbólico de los actos públicos, y en este caso, la prudencia y el silencio institucional habrían sido más coherentes con la tradición y la dignidad del cargo que ostentó", acaba

Por su parte, la historiadora y periodista Gema Lendoiro aporta el contexto histórico del Panteón de Reyes: “La idea del Panteón nace con Felipe II, dentro de su gran proyecto de El Escorial como templo y símbolo del poder católico. Fue él quien decidió que allí reposaran los monarcas de España desde Carlos I y las reinas consortes que hubieran sido madres de rey. De hecho, ordenó trasladar desde Granada los restos de sus padres, el emperador Carlos V y la emperatriz Isabel de Portugal, para que descansaran junto a los de sus sucesores, aunque el panteón aún no existía físicamente. El espacio se completó más tarde, bajo Felipe IV, en 1654, con mármoles y bronces dorados que reflejan la solemnidad dinástica".

Y continúa: "En él reposan los reyes de las casas de Austria y Borbón, salvo excepciones históricas. Más que un sepulcro, el Panteón es una afirmación de continuidad y trascendencia de la monarquía”. Lendoiro añade que, en el caso de Juan Carlos I, su eventual inclusión dependería de la voluntad expresa de la Familia Real y de la continuidad de la tradición iniciada por Felipe II, más que de una norma escrita.

El Rey emérito ha hecho un repaso por toda su vida en sus memorias y ha incluido también un pasaje sobre su muerte. Don Juan Carlos ha dedicado unas páginas a su propio funeral y al lugar donde le gustaría que descansaran sus restos, el Panteón de Reyes de El Escorial. “Cuando llegue mi hora, llegará. Entonces podrán hacer lo que quieran conmigo. ¿Seré el siguiente? ¿Hay algún plan para mi funeral? No lo sé. Sé que la bóveda de los reyes en El Escorial está llena. Hay espacio para construir otra. ¿Qué decidirá el gobierno? Todo está en sus manos", reflexiona.

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