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¿Pagarías por sexo? Razones por las que las mujeres no lo han hecho hasta ahora
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¿Pagarías por sexo? Razones por las que las mujeres no lo han hecho hasta ahora

En pleno siglo XXI, la sociedad da por hecho que solo los hombres están dispuestos a gastarse su dinero en un coito a la carta. ¿Qué pasa con las mujeres? ¿No podemos o no queremos?

Foto: Imagen de una campaña de Sisley.
Imagen de una campaña de Sisley.

A Daniela Blume no le ha dado ningún reparo confesar que ella ha pagado por sexo en el programa de Samanta Villar. Lo curioso es que no se trata de un hecho aislado. Cuando hace tres años un estudio británico realizado por las doctoras Sarah Kingston y Natalie Hammong mostraba que la media de anuncios de escorts masculinos en Inglaterra había aumentado de un 5% en 2010 a un 15% durante 2014, quedaba claro que algo estaba cambiando. Además, una investigación más amplia, titulada 'Women Who Buy Sexual Services in the UK', dejaba al descubierto que las féminas que recurren a la prostitución masculina son de todas las edades.

Un cambio de paradigma que incluía a la mujer dentro del negocio de la prostitución como sujeto activo y ya no solo pasivo. Tras muchos años en los que la sola idea de que una mujer pagase a un hombre por sexo era motivo de escándalo (y algo impensable), parecía que el siglo XXI traía consigo la liberación sexual total de la mujer.

¿Cuáles son los motivos de este cambio?

Según Raquel Fernández y Noelia Luna, sexólogas y psicólogas del Centro Ishtar, “todo tiene que ver con la independencia económica de la mujer y el hecho de que la represión sexual y social se van disipando poco a poco”. No solo eso. También aseguran que las nuevas tecnologías (los escorts están a un clic de distancia) nos han ayudado a liberarnos sexualmente y a sentir que podemos cumplir todas nuestras fantasías sin ser juzgadas.

Ahora no tenemos que acudir a un prostíbulo si no queremos. Sin contar con que es ciertamente difícil encontrar ‘bares de lucecitas’ en los que hallar prostitutos (pero ya hablaremos de este tema más adelante). Basta con abrir el navegador de nuestro ordenador y encontraremos cientos de anuncios entre los que bucear en busca de sexo. Sin embargo, y al contrario de lo que se pueda pensar, las mujeres no recurren a este servicio solo porque sí. La falta de tiempo para encontrar una pareja sexual es también otro de los motivos por los que el negocio de los escorts masculinos ha crecido notablemente en los últimos años.

La entrada de la mujer en el mundo laboral significa (para muchas de ellas) no disponer del tiempo suficiente como para buscar el amor o simplemente encontrar algo de sexo sin complicaciones. Y es por esto que las exigentes agendas laborales de las mujeres trabajadoras han hecho que la figura del prostituto suba como la espuma.

¿Solo para mujeres con dinero?

Cultural y socialmente, la prostitución masculina siempre ha estado ligada a figuras femeninas cuyos bolsillos rebosaban billetes. Otro mito que se desvanece según las expertas del Centro Ishtar: “Las mujeres tienen mayor poder adquisitivo tanto por el cambio social como por el laboral que las arma de independencia económica. Sin embargo esto no quiere decir que el escort esté asociado siempre a mujeres con alto poder adquisitivo ya que por la demanda existente, los precios se han popularizado”. Pura economía, vaya.

Cuántas más mujeres paguen por sexo, menor es el coste de estos encuentros sexuales. Así con todo, la prostitución masculina sigue siendo más cara que la femenina. “En esta última entran en juego la explotación y el abuso de poder con respecto a la mujer. Algo que con el escort masculino no suele ocurrir por el valor social del hombre”, nos cuentan las expertas.

Un punto interesante este último. El prostituto tiene incluso mejor reputación que una prostituta dentro y fuera del negocio. Y eso que ambos se dedican a lo mismo. La diferencia está en que los hombres siguen estando por encima de la mujer física, social y moralmente. “Esto es debido a que la educación sexual que las mujeres recibimos es machista, androcéntrica y muy precaria”, me cuenta Paola Ruiz-Huerta, psicóloga del Espacio de Igualdad Hermanas Mirabal​, gestionado por la Asociación Trabe/Dinamia.

Tráfico de mujeres, que no de hombres

Al hablar de prostitución es imposible no mencionar los grandes problemas que trae consigo. Esclavitud, extorsión, abusos… Sin embargo, ¿cuántas veces hemos visto en televisión las imágenes de redadas policiales en prostíbulos y cuántos escorts masculinos aparecen en pantalla? Exacto. Por normal general, los hombres que quieren prostituirse lo hacen a través de anuncios, aplicaciones, páginas web online… Son dueños y señores de su negocio, por así decirlo.

Fue el teórico Douglas Langston quien aseguró que, a diferencia de las prostitutas, “los trabajadores sexuales son mucho menos sumisos que sus colegas femeninas” y que, “al igual que la erótica masculina y la fetichización de la dominación patriarcal, la prostitución masculina busca la dominación sexual de la mujer”.

¿Y qué busca la mujer en un prostituto?

Pero no nos gustaría terminar este artículo sin matizar otro aspecto de la búsqueda de placer a cambio de dinero por parte de las féminas. Según varios estudios (y como nos confirman desde el Centro Ishtar), la mujer busca algo más que sexo: “Quiere compañía, conversación, que le dediquen tiempo, que la alaben... Y también sexo, por supuesto, pero no como objetivo principal”. Eso sí, nos advierten de que las generalizaciones nunca son buenas y que en la prostitución, como en la vida, hay de todo.

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A Daniela Blume no le ha dado ningún reparo confesar que ella ha pagado por sexo en el programa de Samanta Villar. Lo curioso es que no se trata de un hecho aislado. Cuando hace tres años un estudio británico realizado por las doctoras Sarah Kingston y Natalie Hammong mostraba que la media de anuncios de escorts masculinos en Inglaterra había aumentado de un 5% en 2010 a un 15% durante 2014, quedaba claro que algo estaba cambiando. Además, una investigación más amplia, titulada 'Women Who Buy Sexual Services in the UK', dejaba al descubierto que las féminas que recurren a la prostitución masculina son de todas las edades.

Tabú Noadex
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