La escobilla de baño de Ikea que se ha convertido en un fenómeno por menos de 6 euros

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En decoración, a menudo son los elementos más discretos los que consiguen marcar la diferencia. Es el caso de Storavan, la escobilla de baño de Ikea que, contra todo pronóstico, se ha convertido en un pequeño fenómeno. ¿La razón? Su diseño sencillo, su durabilidad y un precio que apenas supera los cinco euros. En un entorno tan funcional como el cuarto de baño, esta pieza logra aportar estilo sin sobrecargar.

Diseñada por Hanna-Kaarina Heikkilä, Storavan se presenta en dos colores neutros —blanco y negro— que se integran fácilmente en cualquier ambiente. Su línea pulida, de inspiración minimalista, hace que encaje especialmente bien con los accesorios de su misma serie, aunque su diseño versátil le permite convivir con estilos más clásicos o contemporáneos sin desentonar.

Fabricada en plástico de polipropileno, con un porcentaje mínimo del 20 % reciclado en el tirador y hasta un 50 % en el cuerpo del recipiente, responde a la tendencia de Ikea de crear productos sostenibles, pensados para durar y adaptarse al día a día real. El clip de acero refuerza su estructura y añade estabilidad al conjunto, sin romper con la estética sobria y práctica que define a toda la gama.

Un detalle inteligente que ha conquistado a muchos usuarios es su compatibilidad con la escobilla de repuesto Tronnan, que permite conservar el mango original y simplemente sustituir el cabezal cuando sea necesario. Este enfoque no solo es económico, sino también respetuoso con el medioambiente, ya que alarga la vida útil del producto sin necesidad de reemplazarlo por completo.

El mantenimiento es tan simple como su diseño: basta con limpiarla con un paño humedecido en un detergente suave y secarla después. Sin complicaciones, sin excesos. Porque en los baños de hoy —más limpios, más ordenados y más pensados— incluso una escobilla puede convertirse en una elección de estilo si está bien resuelta.

Storavan no aspira a convertirse en el centro de todas las miradas, pero precisamente ahí reside su virtud: discreta, funcional y bien diseñada, cumple con su cometido sin estridencias y aporta un equilibrio estético que muchos baños agradecen. Y lo hace con un precio que invita a renovar sin pensárselo dos veces. Porque cuando la forma sigue a la función —y además cuesta menos de seis euros—, el diseño inteligente deja de ser un lujo.