Oteyza y la nueva sastrería masculina, en danza

Para crecer hay que echar raíces. Una premisa en la que apenas caben matices pero que dice mucho de la última colección propuesta por Caterina Pañera y Paul García de Oteyza, matrimonio y dúo creativo de la firma de sastrería española Oteyza. No hace mucho que ambos abandonaron su coqueta tienda del madrileño distrito de Chamberí para poner rumbo al barrio de Las Salesas. Una nueva localización que devino en acicate de una historia que este viernes escribió un nuevo capítulo. Una nueva página en la trayectoria de esta casa que tiene dosis de éxito, creatividad y mucho trabajo bien hecho. Los ingredientes necesarios para echar raíces.

Con estos mimbres presentaron, precisamente, su colección ‘Raíces’. El epítome de su especialidad –el hecho a medida– donde no faltaron capas españolas, pantalones de talle alto, alpargatas, galernas fluidas y una sutil y colorida reinterpretación del sombrero cordobés. Una oda a la estética y folclore españoles que se convierten en la quintaesencia del hombre al que quiere vestir Oteyza: clásico e irreverente.

Su puesta en escena no fue la de un desfile al uso. Más bien devino en ‘performance’ con la danza como plato principal del espectáculo. Para ello, desde Oteyza se han servido de la presencia del director del Ballet Nacional de España (BNE), Antonio Navarro, y de un cuerpo de baile que demostró sobre las tablas cuán sofisticada, personalísima y potente resulta la moda masculina que predican Caterina y Paul. Una colección de vanguardia que tuvo todos los ingredientes para convertirse en ese show del que tanto adolecen las pasarelas patrias.

En el espacio Dimad del Matadero de Madrid, Oteyza recreó una atmósfera de claroscuros que recibía a los asistentes con un embriagador aroma a incienso. La improvisada pasarela era una amalgama de tablas aptas para potenciar el sonido de los tacones. Como música de fondo, acordes flamencos y cantares populares que dieron paso a un cuerpo de baile capaz de defender capas, jubones y pantalones labriegos al son de sus castañuelas.

¿Folclore? Sí, pero elegante y bien traído; sin caer en el cliché. Danzas estudiadas al milímetro que ensalzaban trajes elaborados en lana fría, en linos de colores mostaza, violeta, crudo o verde botella que compusieron los 22 looks propuestos por este dúo creativo. Tampoco faltaron las camisas de piqué; esas de cuellos levantados –y que tanto reivindica el matrimonio en su día a día– rematados con algunas de las más deliciosas corbatas de Jupe by Jackie que también danzaron al son que marcaban quienes las llevaban. Todo un espectáculo en defensa del dandismo que viene para la próxima primavera-verano 2019.

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