En vídeo | Nos colamos en la fiesta preboda de Tamara: con rancheras y sin Isabel ni Carolina

Tamara Falcó e Íñigo Onieva dieron anoche el pistoletazo de salida a su boda de tres días. Un fin de semana lleno de detalles, fiestas y sorpresas que comenzaron, tal y como estaba previsto, con una preboda organizada en gran medida por el novio en el Ritz Mandarin Oriental, hotel del que la aristócrata es imagen desde hace años. Allí también tendrá lugar el brunch de despedida el domingo.

Una velada a la que los novios llegaron por separado, bailaron rancheras, se hicieron cientos de fotos con los invitados y hasta hubo besos en la barra. Vanitatis ‘entró’ en la gran fiesta de los futuros marqueses de Griñón y esto es todo lo que vimos (y lo que no).

Llegada por separado y grandes ausencias

Eran las ocho de la tarde cuando puntual como una británica llegó Alejandra Onieva, hermana del novio. Lo hacía sola y mucho antes que su hermano Jaime. Sus amigas la esperaban ya dentro. Con paso firme y decidido recorrió la alfombra roja instalada para la ocasión. Una noche de cine en la que aún hubo que esperar para ver a los novios.

Con la puerta abarrotada de medios de comunicación y cientos de miradas indiscretas de gente que pasaba por allí y se quedó a ver el revuelo, por fin llegó Tamara, antes que su futuro marido.

Lo hizo en un coche conducido por su cuñado, Fernando Verdasco, que le tocó interpretar el papel de chófer en el gran día de la hermana de su mujer, que llegó atrincherada en el asiento de atrás del vehículo y aprovechó el revuelo causado por Tamara para entrar corriendo en el interior huyendo de la foto tan esperada por todos.

Algo similar ocurrió con Chábeli, a quien vimos divertirse dentro junto a amigos y familiares, pero a la que no vimos cruzar el umbral del hotel.

Al poco tiempo, era Íñigo Onieva quien, haciendo gala de su seguridad en sí mismo, desfiló escoltado por algunos de sus testigos camino al interior. Abrazó a su íntimo amigo Yago Antón y a Cristian Flórez (que se casará en agosto con Luisa Bergel) antes de entrar y reunirse con su prometida y los 200 invitados que había ya en el interior divirtiéndose a ritmo de flamenquito y empezando a brindar con la puesta de sol.

No llegaron, a pesar de la expectación que había, ninguna de las dos madres de los novios. Ni Carolina Molas ni Isabel Preysler quisieron acompañar a sus hijos en la primera fiesta de la boda para estar descansadas hoy, día central y lleno de emociones.

El padre de Íñigo, sin embargo, sí se animó y, acompañado de su pareja, disfrutó durante gran parte de esta bienvenida por todo lo alto celebrada por los novios.

Rancheras y muchos looks

Dentro fue un no parar. Muchos de ellos aprovecharon para hacerse fotos con los novios, sobre todo porque hoy no podrán. Las restricciones son claras.

Tras saludar a algunos de sus amigos venidos de todo el mundo, como las hermanas Alia y Khali El Assir, comenzaron a relajarse e incluso bailaron una ranchera cogidos de la cintura a petición del cantante contratado para amenizar el evento.

Una noche divertida y mucho más relajada de lo que veremos hoy que no impidió el desfile de looks a las puertas del hotel. Mucha marca España (Isabelle Junot y Eugenia Martínez de Irujo coincidieron vestidas de Inés Domecq) y grandes joyas, como las que eligieron Vicky Martín Berrocal, de Suárez, o Alejandra Onieva, de Bárcena, no eclipsaron a Tamara Falcó, que se decantó para esta noche por un traje de chaqueta blanco diseñado por ella misma.

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P. Izquierdo

Besos en la barra

Dentro, familiares y amigos de ambos lados se entremezclaron a las mil maravillas. Fernando Verdasco fue visto hablando con los amigos de Íñigo, lo mismo que Juan Avellaneda, que eligió un look inspirado en el marqués de Griñón, Chábeli brindando con amigas de la novia a las que no veía desde hace años y algunos de los primos de Tamara, recién casados, dando rienda suelta a su amor con gestos de cariño en la barra.

Una fiesta que daba el pistoletazo de salida a esta boda de la que aún quedan ríos de tinta por escribir.