Esta es la razón científica por la que crees en el Horóscopo, según la psicología

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Desde tiempos ancestrales, el ser humano ha sentido una inclinación natural por buscar explicaciones sobrenaturales a fenómenos incomprensibles, como si esa necesidad de encontrar respuestas fuera parte de nuestra naturaleza.

Pese a que la ciencia no apoya la validez de sus predicciones, muchas personas ven en su signo zodiacal un reflejo de su personalidad y, en algunos casos, como una guía para su existencia y sus decisiones vitales.

Lo que pocas personas saben es que la razón por la que millones de personas siguen a diario los designios de su signo zodiacal es una razón científica. En concreto, esta atracción se puede explicar con el llamado 'efecto Forer', que toma este nombre por el profesor universitario que lo estudió a finales de los años cuarenta.

El psicólogo Bertram R. Forer realizó un experimento en el que dio a cada uno de sus alumnos una descripción supuestamente personalizada de su personalidad. Al preguntarles sobre su precisión, la mayoría afirmó que las descripciones coincidían con su carácter. Sin embargo, todos los estudiantes habían recibido el mismo texto genérico.

El psicólogo puso de manifiesto que esta ambigüedad de las descripciones proporcionadas a sus alumnos es la que permite a los adeptos del horóscopo encontrar rasgos de personalidad y comportamientos con los que identificarse, viendo reforzada así la validez de su creencia.

Todos somos susceptibles cuando nos hacen referencias a algún tema relacionado con nuestro futuro, ya que es algo que nos crea incertidumbre y, por ello, sentimos que podemos tenerlo bajo control cuando nos dan una serie de pautas sobre él.

La principal consecuencia del 'efecto Forer' en nosotros mismos es que vamos a dejar que nos influyan ciertas afirmaciones que, en realidad, poco tienen que ver con nuestra personalidad o con nuestro futuro.

A día de hoy, el horóscopo podría interpretarse como una herramienta de autoayuda que ofrece a muchas personas una manera de afrontar los problemas diarios y de mantener una postura alentadora sobre el futuro sin que exista una realidad científica en sus afirmaciones.