Luna del 18 de junio: soltar, sanar y renacer con un ritual de limpieza interior y conexión emocional

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Este miércoles 18 de junio, la luna alcanza su fase de cuarto menguante en el signo de Piscis, y con ella se abre una puerta energética hacia la introspección, la sanación y el renacimiento interior. Bajo el influjo de esta luna, la consigna es clara: soltar es también una forma de volver a empezar. Un momento perfecto para realizar un ritual que nos ayude a dejar ir lo que ya no resuena con nuestro camino y preparar el terreno para lo nuevo que quiere brotar.

A las 21:20 h, en concreto, el satélite se mostrará justo a la mitad de su iluminación, aunque no será visible en el cielo madrileño hasta la madrugada del jueves, cuando comenzará su danza celeste junto a Saturno y Neptuno en la constelación de Piscis. Esta conjunción sutil aporta una vibración elevada, ideal para rituales que impliquen limpieza energética y meditación profunda.

Desde la astrología, Piscis, signo de agua y final de ciclo, intensifica esta etapa como un bálsamo emocional. La luna menguante en este signo nos invita a escuchar la voz del alma, cerrar pendientes emocionales y despedir viejos patrones. Es un momento propicio para liberar cargas, practicar el perdón, meditar, escribir cartas que no necesariamente se envían o simplemente quedarse en silencio.

El ritual de este día incluye elementos clave: una limpieza del hogar a fondo, eliminando objetos que ya no utilizamos, abriendo ventanas, purificando con inciensos de copal o palo santo. También es el día ideal para una limpieza facial profunda, una infusión depurativa, un baño con sales de Epsom y una caminata consciente. Todo enfocado a soltar tensiones y toxinas, tanto físicas como emocionales.

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Carlota Acuña

En el huerto o jardín, es momento de cuidar plantas de hoja y tallo, hacer injertos o recolectar hortalizas de temporada. Y si tienes plantas en casa, retira tallos secos y riega con intención. La energía menguante marca un compás de pausa y renovación. Hoy, más que nunca, el cielo nos recuerda que no hay crecimiento sin despedida, que cada ciclo que se cierra deja espacio para el renacimiento.