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Tita Cervera a Saint Tropez... y los Aznar a Porto Cervo
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Tita Cervera a Saint Tropez... y los Aznar a Porto Cervo

No es que Ibiza, Mallorca o Marbella no destilen glamour y poderío por los cuatro costados, pero hay celebrities, royals y gente con pedigrí de importación

Foto: Tita Cervera a Saint Tropez... y los Aznar a Porto Cervo
Tita Cervera a Saint Tropez... y los Aznar a Porto Cervo

No es que Ibiza, Mallorca o Marbella no destilen glamour y poderío por los cuatro costados, pero hay celebrities, royals y gente con pedigrí de importación y exportación que prefieren la costa azul francesa o las aguas de Sicilia y Cerdeña para escapar de las obligaciones diarias y olvidar sus lehmans&brothers o sus madoffs. Si las fiestas de sociedad tanto en el sur español como en las Baleares pitan de lujo y exclusividad, el concepto rey de los bolsillos más pudientes encuentra su máxima expresión en Porto Cervo o Saint Tropez.

Precisamente, este enclave de la geografía francesa, bañado por el esplendor del mar Mediterráneo y la jet set más selecta, alberga más famosos por metro cuadrado que el mismo paseo de la fama hollywoodiense. Brigitte Bardot lo erigió como su particular Sangrila en los 60 y 70, cuando la depuesta aristocracia rusa, millonarios de aquí y allá y playboys con la extravagancia por bandera llegaban en cadena al centro de convenciones más visitado del verano. Carolina de Mónaco, Sarah Fergusson, Penélope Cruz, Armani, Galliano o los Pinault, recién entroncados con Salma Hayek, se cruzan por sus cuidadas calles con Elton Jhon, un enfundado hasta las cejas Karl Lagerfeld o la misma baronesa Thyssen, que ha vuelto a coincidir durante estos días con el cantante británico, íntimo de Lady Di, y el diseñador fetiche de Vanessa Paradis.

Una situación similar a la que vive en la actualidad Porto Cervo, que pasó de ser un minúsculo pueblo pesquero dedicado a la ganadería y la agricultura a transformarse en el epicentro del lujo y la bonaza económica, gracias al impulso que sufrió de manos de Aga Khan. El Yacht Club Costa Smeralda, creado por el príncipe persa en 1977, es el buque insignia del proyecto iniciado hace más de treinta años y que no ha estado exento de críticas. El refugio sardo recibe las visitas todos los años de los Aznar al completo o los Briatore, íntimos de la familia del ex presidente.

Este año, la modelo Naomi Campbell, que está siendo motivo de escarnio público por su presunta implicación en el caso de los diamantes de sangre del dictador Taylor, ha aceptado de buen agrado la invitación de su ex pareja, el empresario de la Fórmula 1 Flavio Briatore. Allí ha practicado snorkelling junto al resto de invitados entre los que se encontraba su novio, un millonario ruso de nombre Vladislav Doronin, el actor Leonardo DiCaprio o la modelo Bar Refaeli. La diosa de ébano también se dejó ver por la Costa Azul a principios de verano, donde el año pasado disfrutó de una noche a bordo de un yate de lujo junto a Rania de Jordania y su marido, el rey Abdallah.

Siguiendo la estela de los millonarios, los magnates del metal vil y la beautiful people en busca del anonimato y la tranquilidad, la isla de Lamu, un auténtico tesoro en la costa norte de Kenia, es un lugar indescriptible para disfrutar de las cálidas temperaturas cuando el meridiano opuesto sufre las inclemencias del invierno. Por eso cada navidad, Cayetano Martínez de Irujo o la hija mayor de Grace Kelly y Rainiero de Mónaco recrean su particular versión de Memorias de África en el que sirviera de paraíso para Mick Jagger o el ex presidente Henry Ford.

Pero a pesar de tanto proceso migratorio alrededor del show Business, las Baleares y Marbella siguen convirtiéndose cada año en el centro social y político de buena parte del mundo. Los Douglas, las Obama, los Banderas, los Clinton, la Primera Familia o la reina Fabiola de Bélgica mantienen viva en su retina la imagen de una España que nada tiene que ver con el olor a ajo que universalizó Victoria Beckham o la paella, los toros y las sevillanas de la última película de Tom Cruise. El glamour ni se compra ni se vende, diría Lomana.

 


 

No es que Ibiza, Mallorca o Marbella no destilen glamour y poderío por los cuatro costados, pero hay celebrities, royals y gente con pedigrí de importación y exportación que prefieren la costa azul francesa o las aguas de Sicilia y Cerdeña para escapar de las obligaciones diarias y olvidar sus lehmans&brothers o sus madoffs. Si las fiestas de sociedad tanto en el sur español como en las Baleares pitan de lujo y exclusividad, el concepto rey de los bolsillos más pudientes encuentra su máxima expresión en Porto Cervo o Saint Tropez.