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Muere Adnan Khashoggi, el magnate de Marbella amigo del Rey Juan Carlos
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Tiene un pasado como traficante de armas

Muere Adnan Khashoggi, el magnate de Marbella amigo del Rey Juan Carlos

Saudita de 81 años, construyó su inmensa fortuna durante los años 70 y 80 como mediador en la venta de armamento. Su refugio fue Marbella

Foto: El multimillonario saudí Adnan Khashoggi posa junto a su esposa. (EFE)
El multimillonario saudí Adnan Khashoggi posa junto a su esposa. (EFE)

Adnan Khashoggi, el orgulloso dueño de la finca Al Baraka y el yate Nabila, el artífice de los grifos de oro, ya no volverá al pueblecito de pescadores que dejó hace cinco lustros. Su muerte en el hospital St. Thomas de Londres, tras padecer una larga enfermedad, ha sorprendido a esa sociedad marbellí que tanto le veneraba. Mr. Fix-it, como le apodaban por conseguir todo lo que quería, esta vez no pudo desafiar a la muerte como en otras ocasiones que tuvo amagos de infarto.

En esta ocasión el magnate saudita, símbolo de toda una era en Marbella, no pudo distraer a la parca. Tenía 82 años. Aún ahora hablar de Khashoggi en el corazón de la Costa del Sol son palabras mayores. El que estaba en su lista de entonces poseía un rango superior a jefe de Estado. Nadie de la época olvida el yate Nabila, el más grande del mundo en esos momentos, anclado en Puerto Banús.

"No queremos nada ostentoso"

Ahora que el recinto portuario se pudre entre los orines de turistas, todos recuerdan el Nabila, ese megayate que se utilizó para una película de James Bond y fue fuente de inspiración para uno de los temas de Freddie Mercury. Los paparazzi de la época inmortalizaron en su cubierta los cuerpos más cool del momento como el de Liz Taylor. Nabila es ahora solo el nombre de su hija.

Y como decía Lamia en una entrevista que nos concedió: “Todo tiene un momento y un porqué en la vida”. La esposa que lo vio morir nos hablaba no hace demasiado de la vuelta de la saga a la ciudad costasoleña: “Vamos a comprarnos unas casita en la playa. No queremos nada ostentoso. Ahora las playas de Marbella están más bonitas que antes, cuando nosotros vivíamos en la montaña. Queremos la paz y la relajación que da este lugar en el que pasamos tan buenos momentos de nuestras vidas”.

Aristócratas sedientos de luz y buena vida

Atrás dejaban esa época de ostentación. Era la época en que Marbella era un reducto de aristócratas sedientos de luz y buena vida. Llegaban los años de la crisis del petróleo y Marbella cambiaba su escenario con el aterrizaje del rey Fahd y con toda la parentela que ello conllevaba. Así arribó a la ciudad del canto sin dueño el traficante Khashoggi, que borró de un plumazo en las fotografías de la época a Peter Viertel con su amada Deborah Kerr.

Era el precio de los tiempos: a la vieja religión del placer y el esparcimiento ha sucedido el encanto de la discreción y la intimidad. Al multimillonario Adnan se le vio en Marbella estos últimos años junto a su esposa, participando en la gala de la ONG Children for Peace, en Incosol, una de sus antiguas residencias. Nada que ver con las fiestas de antaño en una Marbella en la que se podía ganar más dinero en menos tiempo y los beneficiarios de ese paraíso especulativo se gastaban los excedentes en grandes fiestas.

También le vimos en el hotel Villapadierna en otro sarao en el que el saudí apareció ya cabizbajo y con garrota y le decía a este medio medio en broma y medio en serio que “ya estaba para pocos trotes”. Nostálgico en una entrevista que nos concedió, hablábamos de su finca que en la época dorada era muy frecuentada por actores, multimillonarios, jeques y presidentes. Todos con el denominador común de la estética del relumbrón, brillos y cadenas de oro.

El saudita había sido el punto de unión entre EEUU y la Liga Árabe. Desayunaba con Richard Nixon, al que se dice que un día le dejó un maletín lleno de dólares en nombre de la aristocracia saudita, y todo era prestigio y fama. Nombre y apellidos esculpían su sello personal: el del despilfarro, prestigio y exclusividad.

El príncipe de La Zagaleta

Siempre entre la espada y la pared, a Khashoggi lo implicaron en el proceso abierto contra el exdictador filipino Ferdinand Marcos y su esposa Imelda, acusado de actuar de intermediario en la venta de cuatro inmuebles situados en Manhattan y valiosos cuadros desaparecidos del Museo de Arte Contemporáneo de Manila, cuya propiedad reclama el Estado de Filipinas. Jueces, políticos y fiscales convivieron en el proceso.

Esto le pasó factura en el nuevo siglo. Hace unos años, un casino londinense colocó en Internet un particular 'se busca' del magnate saudí. Más de 158.000 euros de recompensa ofrecía la empresa London Clubs International a cualquiera que le ayudase a cobrarse la deuda de más de cinco millones de euros que este le había dejado a deber.

¿Bin Laden pasó por Al Baraka?

Su última esposa, Lamia Khashoggi, no vivió la época de bulas de Al Baraka, en que medio Hollywood consumía comadreos y ostras mientras los jeques se bañaban en oro en fiestas que duraban varias semanas. Lamia nos confesó en una de esas fiestas que “es pasado. Nuestra vida ahora es más auténtica. Rodeados de nuestra familia, vivimos entre Italia, Alemania, Oriente Medio y EEUU, donde reside nuestra hija Nabila. Estoy feliz de contribuir a un mundo más estable”. Hay quien afirma que cuando Bin Laden estuvo en Marbella pasó por la casa de Al Baraka.

Lamia sonríe irónica cuando se le habla de las leyendas que han corrido sobre su familia. “Es el precio que tenemos que pagar. Todo tipo de comentarios. Lo único auténtico es que mi marido está contribuyendo a llevar a cabo el sueño de lograr la paz y el entendimiento en el mundo. En la década de los ochenta participó en el programa de los campamentos de verano de los EEUU para los niños israelíes y palestinos juntos”. Todos dicen que la mujer que le vio morir fue experta en limpiar la biografía de su esposo y la única capaz de detener el pasado en el presente. Descanse en paz, el príncipe de La Zagaleta.

El jeque deja dos viudas, ambas casadas bajo el ritual musulmán: Laura Biancolini, italiana que se convirtió al islam bajo el nombre de Lamia, con la que tuvo un hijo, Ali; y la iraní Shahpari Zanganeh, de cuya relación nacieron Khamal y Samiha. Su primera mujer, Sandra Daly, conocida como Soraya, concibió a Nabila, Mohamed, Omar y Khaled Hussein. La inglesa pidió el divorcio en el año 1980, cuando Adnan se enamoró de Lamia.

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Adnan Khashoggi, el orgulloso dueño de la finca Al Baraka y el yate Nabila, el artífice de los grifos de oro, ya no volverá al pueblecito de pescadores que dejó hace cinco lustros. Su muerte en el hospital St. Thomas de Londres, tras padecer una larga enfermedad, ha sorprendido a esa sociedad marbellí que tanto le veneraba. Mr. Fix-it, como le apodaban por conseguir todo lo que quería, esta vez no pudo desafiar a la muerte como en otras ocasiones que tuvo amagos de infarto.

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