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"Hay mucha leyenda sobre mí. Unas cosas son mentira; otras, quizás, sean verdad"
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"Hay mucha leyenda sobre mí. Unas cosas son mentira; otras, quizás, sean verdad"

Adnan Khashoggi quiere jubilarse en Marbella. “Queremos comprarnos una casita aquí. Nada ostentoso. Soñamos con la paz y la relajación que da este lugar en el

Adnan Khashoggi quiere jubilarse en Marbella. “Queremos comprarnos una casita aquí. Nada ostentoso. Soñamos con la paz y la relajación que da este lugar en el que hemos pasado tan buenos momentos de nuestras vidas”, afirma su esposa Lamia en conversación con Vanitatis, durante el transcurso de la Gala “Children for Peace”, que se celebró en la ciudad y a la que la pareja asistió como principal benefactor de las escuelas que acogen a niños que padecen la guerra en Oriente Medio, Etiopía o Mali.

Pasan los años y pasa la vida. Y los “ochenta y tantos” le pesan al magnate saudí. Adnan Khashoggi apenas pudo seguir el extenso programa que le habían preparado para estos días en Marbella. Entre ellos, el de la recepción en la Sala de Plenos del Ayuntamiento, donde se le quería entregar un obsequio por su empeño en difundir la imagen de glamour de Marbella en la época dorada. Su esposa Lamia Khashoggi fue la encargada de representarle oficialmente.

Esta exótica mujer es la mejor fórmula para limpiar la biografía de su esposo. Hablar de Khashoggi en Marbella es otro mundo. Antes el que estaba en su lista poseía un rango superior a Jefe de Estado. Pero, ahora nadie en “la ciudad del canto sin dueño” ve con muy buenos ojos el agasajo a alguien tan “vapuleado” judicialmente.  Khashoggi  es consciente de este extremo. En el hall del Villapadierna comentaba a Vanitatis: “Hay mucha leyenda sobre mí. Unas cosas de las que se cuentan son mentira; otras, quizás, verdad. Yo ya estoy muy mayor y la edad te da el don de la indiferencia por las cosas”. Ritos y leyendas  como la de un casino londinense que colocó en Internet un particular “se busca” del magnate saudí. Más de 158.000 euros de recompensa ofrecía la empresa London Clubs Internacional a cualquiera que le ayudase a cobrar la deuda de más de cinco millones de euros que éste le había dejado a deber.

La gran ausente: Ivana Trump

Ivana Trump, la multimillonaria neoyorquina que está revolucionando los alambiques del mundo de los negocios, fue la gran ausente de la gala. Su nombre fue voceado a bombo y platillo como una de las invitadas de más renombre que presidiría el evento, pero hubo un monumental “enfado” de última hora y decidió no asistir. Se da el caso que en su día, Donald Trump, su ex marido, compró a Adnan Kashogui, cuando éste estaba en  prisión en Suiza, el famoso yate Nabila. Por aquel entonces estaba considerado como uno de los yates más lujosos del mundo.

Le cambió el nombre apodándolo: “El Trump Princess” y cuenta en un libro que escribió que tuvo que reformarle todo el techo del salón porque “estaba lleno de agujeros de las botellas de champagne que su antiguo dueño le había hecho de tanto descorchado”. Trump, como siempre, hizo un buen negocio: compró el Nabila por 29 millones de dólares y lo vendió por cerca de 129. Era la época en que Adnan Khashoggi ya estaba medio arruinado y vendió a la baja. El hombre que ayer llegó a Marbella nada tenía que ver  con el saudita que era punto de unión entre EEUU y la Liga Árabe. Ese que se desayunaba con Richard Nixon y del que todo era prestigio y fama. Nombre y apellidos esculpían su sello personal: el del despilfarro, prestigio y exclusividad. Ahora el del ocaso
 
Chascarrillos de la Gala

La Gala “Children for Peace” en los jardines del Villa Padierna, a la que asistieron 350 personas, pagando 200 euros por cubierto,  no fue todo lo que anunciaron. Ni vino Sofía Loren ni Ivana Trump. Pero si estuvo Carmen Lomana y Ana Obregón. Por cierto muy mal lo de Anita, que no paraba de “echarle piropos a sus macizos de turno”, pero despreciaba a la nueva musa televisiva Carmen Lomana. De hecho, se quitó de las fotos para no posar con ella. Inés sastre apareció sola. Tan sola como dice que “solo” tiene su corazón. No quiere hablar de la ruina que le achacan en televisión y solo muestra esa sonrisa eternamente bella. Entre las de siempre Beatriz de Orleans, Nina Junot, la princesa María Luisa de Prusia.

Un denominador común: Ninguna de ellas quiso posar en el photocall preparado para el evento. ¿La razón? Porque el patrocinador era el Parque Comercial La Cañada,  cuyo propietario, Tomás Olivo, patrocinó la Gala de “Children for Peace” y dentro de unos días se sentara en el banquillo  para declarar en la 'operación Malaya', donde el Ministerio Público le reclama  una pena de cinco años de prisión y el pago de una multa de 4.800.000 euros por un supuesto delito de cohecho. El contrapunto a todo esto, la decoración de los jardines del Villapadierna por el elegante Carlos Mundi, el gentleman que supo poner toda la distinción que se merece “la ciudad del canto sin dueño”.

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