"Mi vestido de novia se hizo en tres días": Piluca Cobreros, creadora de moda, nos cuenta su aventura

Piluca creó su firma de moda hace más de cinco años, Anaika, pero no fue hasta hace dos cuando puso toda la carne en el asador y decidió hacer de este negocio su profesión al 100%. Anteriormente lo tenía compaginado con otros proyectos.

El resultado de ello es una enseña made in Spain, por supuesto, que tiene como fundamentos “los cortes asimétricos, patrones que potencian la figura de la mujer, y la sencillez como símbolo de la elegancia”.

Esta sevillana se ha enfrentado hace unos meses a uno de los mayores retos profesionales y personales. Decidió, nada más y nada menos, que diseñar su vestido de novia.

En octubre se casó con su novio, Patricio Molina de Porres, en la capital hispalense tras dos años de relación. Su historia empezó en el Puerto de Santa María, donde los dos veranean desde la infancia. Pero la diferencia de edad, diez años, no les había hecho coincidir hasta ese momento. Un encuentro entre amigos y un par de Caminos del Rocío, algo que pone a prueba cualquier relación, les hizo darse cuenta de que querían compartir el camino más importante: el de sus vidas.

Allá por mayo, Patricio se arrodilló, se declaró y ella dijo sí.

Pese a que tiraba la finca en el campo de Jerez donde se había casado toda la familia de él, Piluca pudo más y tiró para Sevilla. Pero él, como buen maestrante, puso una condición: tenía que ser en la capilla de la Virgen del Rosario de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, con la que el novio tenía una estrecha vinculación.

Así, esta diseñadora, que nunca había pensado convertirse en su clienta más exigente, se puso manos a la obra y consiguió algo increíble: “La verdad es que hasta la misma semana no cogieron mi traje de novia… Teníamos muchas entregas y el taller estaba colapsado, pero tengo confianza ciega en mi equipo, sobre todo en mi mano derecha, Herminia, y así fue que en tres días me lo hicieron”.

Piluca, ¿cómo se te ocurrió diseñar tu vestido de novia? ¿No es un poco arriesgado?

Siempre lo tuve claro. ¿Quién mejor que mi marca para hacer el vestido?

¿Qué te inspiró?

Tenía claro que no podía perder mi estilo, pero por el sitio que me casaba opté por un estilo clásico de inspiración medieval.

¿Cómo lo describirías? Habla de detalles, siluetas, tejidos, todo lo que se te ocurra.

Hicimos el vestido hecho con un crepé con mucho cuerpo, con un corte delantero en forma de pico, al igual que las mangas. Las mangas están terminadas con organza de seda, como la capa, cortada en dos, y formando una capa doble, con forma también de pico. Y, por supuesto, botones forrados en la espalda como seña de identidad.

¿De quién eran las joyas? ¿Me las podrías describir?

La diadema es familiar, de mi abuela, Pilar Román. Provengo de una estirpe de joyeros, pero me la adaptaron a mí.

¿Qué tenía el vestido de tu marca de moda?

Podría decir que unas mangas originales.

¿Qué aspectos crees que son fundamentales a la hora de escuchar a una novia?

Hay que tener en cuenta de todo, sobre todo cómo se siente ella misma. ¡Es crucial no verte disfrazada el día de tu boda!

¿Cuánto tiempo te ha llevado desde el boceto hasta la boda?

Al principio tenía otra idea de vestido, un poco más moderno, pero me gustan mucho los vestidos atemporales y que sigan dentro de la moda aunque pasen los años, por eso opté por un patrón más clásico.

¿Has hecho muchas pruebas?

No, las mismas que les hago a mis novias, entre 3-4 pruebas

¿Y los zapatos?

Los zapatos fueron un dilema. Patricio mide casi dos metros y yo no soy muy alta, por eso opté por unos tacones de L’Autre Chose muy altos, de seda salvaje y color albero.

Si pudieras dar un consejo a una novia antes de elegir vestido, sería…

Nunca pierdas tu esencia.