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Cómo detectar a una persona pasivo-agresiva durante los 5 primeros minutos de conversación, según la psicología
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Cómo detectar a una persona pasivo-agresiva durante los 5 primeros minutos de conversación, según la psicología

Aunque no siempre este tipo de comportamientos nacen de la maldad, es importante identificarlos para tener una comunicación más sana

Foto: Cómo detectar a una persona agresivo-pasiva. (Pexels)
Cómo detectar a una persona agresivo-pasiva. (Pexels)

Hay conversaciones que dejan una sensación extraña. No hay gritos, ni discusiones abiertas, pero algo en el tono, en las pausas o en las respuestas genera incomodidad. Es probable que estés frente a una persona pasivo-agresiva, un tipo de comportamiento más común de lo que parece y que, según la psicología, puede identificarse incluso en los primeros cinco minutos de interacción.

La personalidad pasivo-agresiva se caracteriza por expresar el enfado o la frustración de manera indirecta. En lugar de hablar abiertamente de lo que molesta, la persona recurre a gestos sutiles o comentarios ambiguos para manifestar su malestar. Este tipo de conducta puede aparecer en cualquier contexto —desde el trabajo hasta las relaciones personales— y suele tener su origen en la dificultad para manejar emociones negativas o en el miedo a los conflictos.

placeholder Son personas que no saben gestionar los conflictos. (iStock)
Son personas que no saben gestionar los conflictos. (iStock)

Durante los primeros minutos de conversación, hay varios indicios que pueden alertarnos como las respuestas vagas o ambiguas, debido a que la persona evita comprometerse con lo que dice y utiliza frases como “sí claro, como tú quieras” con un tono que sugiere lo contrario; puede tener sutiles contradicciones, esto quiere decir que acepta una idea, pero inmediatamente añade un “aunque no sé si servirá de mucho” o “bueno tú sabrás”, esto es una forma de sabotear la conversación sin confrontar; otro gesto que no podemos dejar pasar de largo es la ironía y el sarcasmo disfrazados de humor, puesto que detrás de una broma puede esconderse una crítica o una forma de mostrar descontento sin asumirlo abiertamente; además, mantienen un lenguaje corporal cerrado como brazos cruzados o evita el contacto visual. Por último, puede llegar a retrasarse o tener una distracción intencionada, mostrándose poco colaborativo como una forma sutil de expresar resistencia. Los psicólogos advierten que estos comportamientos no siempre son fáciles de identificar al instante, pero cuando se repiten de manera constante crean un clima emocional tenso que desgasta las relaciones.

Tratar con alguien pasivo-agresivo requiere equilibrio: ni ignorar el problema ni caer en la confrontación directa. La psicología recomienda mantener una actitud calmada, describir con claridad lo que hemos percibido (“noto cierta molestia en lo que dices”) y fomentar la comunicación abierta. El objetivo no es “ganar” la conversación, sino romper el ciclo de indirectas y promover una interacción más honesta. Además, cuidar los propios límites emocionales es clave. Si la pasivo-agresividad es constante y nos genera malestar, alejarnos o poner distancia también es una forma de autocuidado. Asimismo, es importante tener en cuenta también que la conducta pasivo-agresiva no siempre nace de la malicia, sino del miedo a expresar emociones difíciles. Reconocerlo ayuda a entender que detrás de la ironía o la evasión puede haber inseguridad o necesidad de aceptación. Aprender a detectar estos patrones no solo protege nuestro bienestar emocional, sino que también nos permite construir relaciones más saludables, basadas en la empatía y la comunicación sincera.

Hay conversaciones que dejan una sensación extraña. No hay gritos, ni discusiones abiertas, pero algo en el tono, en las pausas o en las respuestas genera incomodidad. Es probable que estés frente a una persona pasivo-agresiva, un tipo de comportamiento más común de lo que parece y que, según la psicología, puede identificarse incluso en los primeros cinco minutos de interacción.

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